Netanyahu avanza en Rafah
El Gobierno de Israel negocia mientras mantiene la amenaza de invasión completa de la frontera sur de Gaza
La toma por parte del Ejército israelí del paso de Rafah, en la frontera entre la franja de Gaza y Egipto, así como la orden de que los habitantes de esa localidad al sur del territorio palestino abandonen el lugar hacia lo que Israel denomina zonas más seguras, son un nefasto indicio de que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, haciendo oídos sordos a los llamamientos de la comunidad internacional, prosigue con el proyecto de una invasión terrestre que, según han advertido organismos internacionales y gobiernos de todo el mundo, llevaría la tragedia humana en Gaza a un nivel todavía más alto.
El paso de Rafah, que hasta la llegada de los carros de combate israelíes estaba controlado desde el lado palestino por Hamás, era, cuando Egipto lo ha permitido, el único punto de entrada de combustible —fundamental para hacer funcionar generadores eléctricos y equipos potabilizadores de agua— y de la mayor parte de la ayuda humanitaria, así como la vía de salida de ciudadanos extranjeros atrapados en Gaza. Su toma por Israel tiene un claro objetivo operativo de cerrar la salida hacia Egipto —Naciones Unidas ha denunciado que este miércoles seis de sus trabajadores resultaron heridos por disparos cuando trataban de aproximarse para gestionar ayuda humanitaria— y de estrechar el cerco de la ciudad de Rafah al tiempo que envía un inequívoco mensaje de que la invasión está en marcha.
Este movimiento militar no es ajeno a las conversaciones indirectas entre Israel y Hamás en El Cairo con la mediación de Egipto, Qatar y Estados Unidos, que prosiguen a pesar de la cada vez más alarmante situación sobre el terreno. El anuncio el lunes de que Hamás aceptaba el alto el fuego propuesto por los mediadores —del que apenas se conoce que constaría de dos fases de 42 días, incluyendo una retirada parcial de las tropas israelíes, el retorno al norte de Gaza del aproximadamente un millón de civiles desplazados y un compromiso de intercambio de rehenes por presos— abrió una cierta expectativa concreta, aunque rápidamente fue descartada por el Gobierno israelí, que la consideró insuficiente. Netanyahu está poniendo los tanques sobre la mesa de negociación.
No obstante, estas conversaciones todavía están vivas. La casi permanente línea directa abierta por Washington con Netanyahu —con intervención del director de la CIA, William Burns, y el presidente, Joe Biden—, así como la filtración de que EE UU ha retenido el envío a Israel de más de 3.000 bombas ante el temor de que puedan ser empleadas contra Rafah, permiten atisbar que la invasión terrestre total no es completamente inevitable. Mientras, aunque el avance israelí sobre Rafah se esté produciendo a cámara lenta, el sufrimiento de los civiles palestinos no se reduce un ápice. Como apuntó el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, “todos sabemos que en Gaza no hay lugar seguro”.
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