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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las reticencias del BCE

La entidad que dirige Christine Lagarde aplaza a junio la bajada de los tipos de interés, una decisión que lastra la economía de la eurozona

Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort.
Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort.olrat
El País

El Banco Central Europeo (BCE) acordó ayer mantener los tipos de interés sin cambios en el 4,5%, pero allanó el camino para “reducir el actual nivel de restricción de la política monetaria”, según señalaba la entidad en su comunicado, si las perspectivas de inflación soportan la senda de moderación en que se encuentran los precios, ahora en el 2,4%. Las autoridades de la entidad que preside Christine Lagarde analizarán en su próxima reunión del 6 de junio el nuevo escenario, y puede ser entonces cuando se decidan a bajar los tipos, en su nivel más alto desde 2001 y que el propio banco reconoce que están afectando tanto a la financiación de la actividad económica como al consumo en la eurozona.

Lagarde reiteró en su comparecencia que el Consejo de Gobierno del banco aplicará un enfoque “dependiente de los datos”, pero lo cierto es que la actual etapa de la política monetaria ha estado más ligada a las decisiones tomadas por la Reserva Federal que al propio desempeño de la zona euro. Cuando los precios empezaron a subir en 2021, tanto la Reserva Federal de EE UU como el BCE consideraron que se trataba de un fenómeno transitorio que se diluiría en poco tiempo. No fue hasta marzo de 2022 cuando la entidad que preside Jerome Powell decidió subir los tipos de forma apresurada. En el caso europeo, el BCE retrasó el alza de tipos hasta julio de aquel año, cuando los precios ya alcanzaban el 8,9%. Aquel error de valoración por parte de los dos bancos centrales más poderosos del mundo explica en buena medida el exceso de prudencia que muestran ahora en cambiar el rumbo de la política monetaria, cuando los datos de la economía así lo aconsejarían, especialmente a este lado del Atlántico.

En efecto, los precios en Estados Unidos muestran una resistencia a bajar del 3% (la inflación repuntó en marzo al 3,5%), como consecuencia del vigor del crecimiento y del empleo en aquella economía. No sucede así con la zona euro, que acabó 2023 esquivando por poco la recesión y sigue al ralentí. Alemania, la locomotora europea, anda sumida en una crisis de su modelo industrial que el año pasado llevó su PIB a números rojos y que apenas anotará un 0,1% este ejercicio. Sin remontada alemana, Europa no saldrá de su estancamiento. La Organización Mundial del Comercio (OMC) reconocía el miércoles que el viejo continente quedará este año rezagado de la recuperación del comercio mundial, y la directora del FMI, Kristalina Georgieva, admitía ayer que revisarán al alza las previsiones mundiales de crecimiento la próxima semana exclusivamente por la fortaleza de EE UU. Por si no fuera suficiente, la vuelta de las reglas fiscales a la Unión Europea añadirá presiones al ya de por sí magro crecimiento de la región. La credibilidad que tanto parece preocupar al BCE corre el riesgo de quedar aún más en entredicho si la entidad vuelve a aplazar en junio una decisión que ya llega con retraso.

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