_
_
_
_
_
Red de redes
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Llueve mucho, ¿pido comida a domicilio?

Una publicación en X vuelve a abrir el debate sobre las condiciones laborales de los ‘riders’

Un repartidor de Glovo, durante un trayecto en un día lluvioso.
Un repartidor de Glovo, durante un trayecto en un día lluvioso.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
José Nicolás

Las lluvias de los últimos días, las que dejaron sin salir a muchas procesiones de Semana Santa, han hecho crecer en casi 3.000 hectómetros cúbicos las reservas de agua de la Península, algo más de la mitad del consumo de las ciudades en todo un año. La lluvia no torrencial trae buenas noticias: hoy, los embalses están a un 63% de su capacidad y en abril de 2023 estaban a un 52%.

Nunca llueve a gusto de todos, y la demostración la hemos podido ver en el patio de X. La cuenta @soycamarero publicó una imagen de una nota pegada en —parece— un ascensor donde el autor decía que una noche volviendo a casa llovía tanto que “no se distinguían los carriles”, pero que durante el trayecto había visto a 10 repartidores en bicicleta o en moto, uno de ellos entrando en su portal: “Me dio mucha vergüenza que uno de esos pedidos lo hubiera hecho uno de mis vecinos”, remarcó en negrita, “tengan empatía”, clamaba, también en negrita, “no pongan en riesgo la vida de alguien solo porque se les antoje pedir comida a las 23.30″, añadía. La nota a sus vecinos culminaba con una invitación a ir al supermercado en jornadas así. El autor recibió la primera respuesta con un recorte pegado sobre su misiva: un vecino le tachó de paternalista y le criticó por usar el espacio de la comunidad para afear la conducta de los habitantes del edificio y no para algo que afecte directamente a la convivencia del bloque.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

La publicación de @soycamarero era simple: la foto y la pregunta “¿Qué opináis?”. Se abrió entonces un debate con más de 2.000 intervenciones sobre las condiciones laborales de los repartidores, los riders. Algunos tuiteaban posibles soluciones, como Abraham Mendieta: “Es sencillo: una aerolínea cancela vuelos cuando las condiciones climáticas suponen un riesgo evidente. ¿Por qué no hacerlo en su vertiente cotidiana, cuando el beneficio no supera al peligro?”. En la misma línea, publicó otro: “¿Debe prohibir Glovo y compañía los repartos cuando diluvia? La gente es egoísta por naturaleza. Tráeme el puto KFC que quiero ver el fúrgol, me la pela si diluvia, nieva o graniza, estoy pagando un servicio. Yo por ejemplo no pido cuando llueve”. Un usuario indicó: “El vecino del comentario debajo tiene toda la razón: nadie obliga a esos repartidores, y esto es solo un desahogo moralista”.

Incluso compartieron la opinión de un rider: “Como repartidor os digo que no hagáis caso. Prefiero mojarme un día y comer, que quedarme sequito en casa y con la cuenta a cero. Si queréis ayudar de verdad y agradecer el servicio, podéis dejar propina”. Emilio Sánchez Hidalgo publicó en 2019 un reportaje en Verne sobre estos repartidores. Habló con varios y todos coincidían en el peligro al que se enfrentan en los días de lluvia y en las penalizaciones a las que se arriesgan si deciden no trabajar.

Quizá la solución a este debate pase por el sentido común: si hace mal tiempo y a uno le apetece una pizza pero no salir de casa a por ella, debería poder pedir tranquilo sin temer por la integridad física y la estabilidad laboral del repartidor. Esto pasa por que la decisión de que un rider tome el riesgo no sea del consumidor y por que las empresas de reparto protejan a sus trabajadores, que no sean falsos autónomos y tengan un contrato digno; pero también por que valoren el peligro al que se enfrentan en días con climatología adversa —da igual si es lluvia, un vendaval o si hay 40 grados de temperatura— y cancelar la venta a domicilio si es preciso o darles un complemento salarial por ese día.

Hay que luchar por un objetivo: que nadie tenga que trabajar en condiciones precarias para poder comer.

Sobre la firma

José Nicolás
Trabaja en la sección de Opinión, es uno de los encargados de sus contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es graduado en Periodismo por la Complutense y máster en Periodismo de Datos y Nuevas Narrativas en la Universitat Oberta de Catalunya. Antes de su llegada a EL PAÍS trabajó en Onda Regional de Murcia y Cadena SER.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_