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Libre de estilo
Columna
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Menottistas y bilardistas

El columnismo ‘fachosférico’ vive en dos familias que se dividían esta semana en sus consejos al Partido Popular sobre qué hacer con respecto a los tres decretos que se votaron este miércoles

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en los pasillos del Senado este miércoles.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en los pasillos del Senado este miércoles.FERNANDO VILLAR (EFE)

El fútbol argentino, el mejor contado del mundo, se divide desde hace décadas en dos grandes escuelas ideológicas: menottistas y bilardistas. Los primeros, herederos de César Luis Menotti, anteponen el buen juego y el respeto al rival al resultado. Los segundos, seguidores de Carlos Bilardo, creen que el resultado es lo único a tener en cuenta. Dos corrientes filosóficas, dos formas de ver el fútbol convertidas en dos formas de ver la vida. El columnismo fachosférico vive en dos familias que podríamos asimilar a bilardistas y menottistas. Y esas dos familias se dividían esta semana en sus consejos al Partido Popular sobre qué hacer con respecto a los tres decretos que se votaron este miércoles. Junts se negaba a dar su apoyo al Gobierno y dejaba la pelota franca para el remate de los populares. Lo bilardistas le pedían a don Alberto que ni una abstención, que no negociara nada con don Pedro, que ni agua. Los menottistas se abrían a negociar.

Isabel San Sebastián, bilardista, escribía el lunes en ABC que “hace muy bien Feijóo dejando que este nuevo Frankenstein se cueza en su propia salsa, porque no hay interés general mayor que impedir al presidente consumar el desmantelamiento de la nación acordado con sus socios, el asalto definitivo a la Constitución, que se producirá, inexorablemente, si la oposición se equivoca”. San Sebastián dice que “el partido mayoritario no debe proporcionar a Sánchez ni un miligramo de oxígeno”.

Su compañero en ABC, Teodoro León Gross, bilardista con corbata, pero a la postre bilardista, decía que “el PP debe votar ‘no’, pero no un ‘no es no’ cerril y dogmático, sino un ‘no’ con inteligencia y fuerza moral”. Como votan las personas educadas y sensibles y no las malencaradas.

Ignacia de Pano, bilardista, escribía en VozPópuli que “esperemos que en su afán de llegar a acuerdos con el PSOE el PP no se deje engañar y se mantenga firme” porque “es bueno para todos que se visualice que estamos gobernados por una coalición de cristal”. Lo de que el PP tiene afán de llegar acuerdos con el PSOE es un animal mitológico que ya rara vez se ve en la fachosfera.

A este lector de columnistas reaccionarios le pareció brillante la pieza del bilardista con esteroides Miquel Giménez en VozPópuli, en la que dice que es “refrescante” escuchar a Isabel Díaz Ayuso “hablar sin condón”. Giménez tal vez no destila el engolamiento típico de esos lares, pero su estilo directo no llama a engaño: “No me vengan con que si el sentido del estado (sic), que si la responsabilidad, que si España o que si puñetas”. Pero Giménez no las tiene todas consigo porque ve un PP amigo de “esa política de mandarín oriental”, porque parece que los altos funcionarios orientales son amigos de pactar. Su falta de confianza en el PP le lleva a apelar no a los populares para que no voten a favor de los decretos sino a los socialistas para que no pidan ese apoyo.

Entre los bilardistas está también el todólogo Francisco Marhuenda, director de La Razón. Usted perdone don Francisco, pero es la definición correcta para tertulianos que de todo hablan y de todo entienden. Escribía el lunes que espera que el PP no sea “el tonto útil” y que “sería una absoluta incoherencia que Feijóo hubiera aceptado ser el felpudo de La Moncloa”. Don Alberto ya sabe que los medios reaccionarios esperan que haga como Bilardo y que, cuando el rival caiga al suelo, grite desde el banquillo a sus jugadores “pisalo, pisalo”.

A Carlos Alsina (Onda Cero), fiel lector de este Libre de Estilo, le gustaría ser menottista, pero le puede el bilardismo. El lunes ya le decía a don Alberto que no se rindiera, “que no, que no, que no es que no, que no”. De paso, escuchando su monólogo, descubrimos que llama “Yo-Yolanda” a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Se supone que debe hacer gracia.

¿Y los menottistas?, se preguntará usted. Cuentan los más viejos que hubo columnistas que vieron brillar los rayos de los acuerdos en la oscuridad, cerca de la puerta del Congreso. Pero todas aquellas columnas se perdieron en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.

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