Los huevos de Bertín
Anda nuestro hombre enfurruñado y desnortado perdido por unas críticas que no entiende a lo que siempre han hecho los hombres de su estirpe: lo que les da la gana
Tengo un placer culpable: siempre me ha hecho muchísima gracia Bertín Osborne. No el cantante, que me aburre que me mata, sino el hombre, valga la redundancia. Porque Osborne chorrea testosterona. No debe de tener el cromosoma XY, sino el XYZ en el cuerpo. Es el viejo caballero español en persona. De esos que presumen de vestirse por los pies, venerar a la mujer, mujer, y de que no les cabe ni el pelo de una gamba por donde yo te diga, sin ser ellos machistas ni homófobos ni nada de eso, porque tienen madre, hijas y colegas mariquitas. De esos tíos simpáticos a rabiar; amiguísimos de sus amigos; padrazos de sus hijos reconocidos; ora truhanes, siempre señoros, que llegan a los sitios, se hacen con el cotarro y se ocupan de que no falte de nada a nadie y de que ningún culito femenino pase hambre. De esos de lágrima tan fácil como floja la risa, pero con un pronto de aúpa si se les deja de bailar el agua o de reírles las gracias. Y esa es la cosa. Que ya no hacen tanta. Y así anda nuestro hombre, enfurruñado y desnortado perdido por unas críticas que no entiende a lo que siempre han hecho los hombres de su estirpe sin que nadie les cuestionara en absoluto: lo que les da la real gana.
Porque resulta que Bertín, a sus 69 años, ha tenido un hijo con una mujer de 33, con la que mantuvo una relación hace meses. Y, coincidiendo con el natalicio, ha concedido una entrevista a la revista ¡Hola!, en la que se da por enterado, pero arguye que ha elegido “no ser padre”, como elige, qué sé yo, las camisas de flores o de flecos para las portadas de sus discos. Si la prueba de paternidad que va a exigir —porque él no duda de su expareja, pero por si acaso— confirma su ADN, ayudará a la madre con los gastos, dice. Pero los hijos son de las mujeres, que son quienes tienen que tomar precauciones, y no un tiazo como él, que no tiene por qué estar a esas chorradas. Esto no lo dice, pero apuesto a que lo piensa. Ya lo dijo él mismo el otro día muerto de la risa en El Hormiguero, ese programa de máxima audiencia al que van los pobres señores oprimidos a decir que ya no se puede decir nada en ninguna parte. Que va a sacar una marca de huevos, de gallina, con su nombre, porque el mercado se los demanda. Los huevos de Bertín va a llamarlos. Pues eso, Bertín; qué huevos tienes, De dos yemas.
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