_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Nocheviejuna’

Henos aquí de nuevo, preparando cada uno a su manera la Nochevieja de un año que, como las ferias, cada cual contará según le haya ido.

Vestido de gala recamado con lentejuelas.
Vestido de gala recamado con lentejuelas.Juan Naharro Gimenez (WireImage)
Luz Sánchez-Mellado

La Nochevieja del año que cumplí los 18, la primera que mis padres me dejaron salir de fiesta sin hora de vuelta a casa, me agarré una rabieta de niña chica por un vestido de lentejuelas. Era divino: largo y estrecho cual funda de almohada, y con la almohada propiamente dicha confiriéndole envergadura de portera de rugby a las espaldas de quien osara calzárselo, por las hombreras típicas de la época. El modelito llevaba mi nombre escrito en la etiqueta. Llevaba semanas llamándome a gritos desde el escaparate de la boutique más cara del barrio hasta que, harta de llorarle sin éxito a mi madre que me sufragara el despilfarro, soborné a mi padre para que me adelantara la paga de los seis meses siguientes, me lo compré de tapadillo y lo dejé en la tienda para que le metieran el medio metro de bajo que me sobraba. Iba yo tan contenta a recoger mi tesoro la mismísima mañana de la noche de fin de año, cuando la vida me puso en mi sitio. La tienda tenía la persiana echada y un letrero de “Cerrado por defunción, perdonen las molestias” en la puerta. Seguro que en el duelo del finado se lloró menos de lo que lloré yo ese día por mi vestido de Cenicienta. Hasta que mi madre, harta de mis pucheros, me ciñó una de sus chaquetas bordadas de las bodas con un cinto de la mili de mi padre y me convirtió en la chica más original de una de mis noches más felices de todos los tiempos. Volví a las ocho de la mañana borracha de la barra libre de la vida y empachada de churros con chocolate.

Tantos lustros después, henos aquí de nuevo, preparando cada uno a su manera la Nochevieja de un año que, como las ferias, cada cual contará según le haya ido. Aunque, a estas alturas tengo, además del vestido de marras, que conservo cual reliquia aunque hoy me parece espantoso, no menos de una docena de pingos con lentejuelas, y podría comprarme el que quisiera, es probable que acabe la noche en pijama berreando las canciones de Cachitos en la tele mientras los jóvenes de la familia se acicalan para comerse el mundo. Ya está la boomer con sus batallitas y su Nocheviejuna, diréis algunos, y estaré de acuerdo. Cada edad tiene su qué, vale, pero la ilusión de estrenar la vida ni se compra ni se vende ni se alquila. Feliz 2024.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_