Pactar con Bildu
El PSOE vuelve a caer preso de sus declaraciones al apoyar en Pamplona a la coalición ‘abertzale’
El acuerdo del PSOE navarro (PSN) con EH Bildu, respaldado por Geroa Bai y Podemos, para desalojar mediante una moción de censura a la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola (Unión del Pueblo Navarro), y sustituirla por el candidato abertzale, Joseba Asiron, ha provocado el esperable revuelo político en esta legislatura de alto voltaje. Será la primera vez que EH Bildu gobierne con apoyo socialista. Es cierto que detrás de ese relevo hay razones locales. Cristina Ibarrola llegó al cargo tras las elecciones del 28 de mayo gracias al voto en blanco de los cinco concejales del PSN. Pese a no alcanzar la mayoría absoluta de 14 concejales (a sus nueve ediles los apoyaron los dos del PP), Ibarrola se hizo con el bastón municipal frente a EH Bildu, segunda fuerza en el consistorio.
La norma municipal que beneficia a la lista más votada en caso de ausencia de mayorías ha quedado superada ahora por el apoyo del PSN a Asiron, que ya fue alcalde de la capital navarra entre 2015 y 2019. Al contrario que su antecesor, Enrique Maya, también de UPN, Cristina Ibarrola no ha conseguido cerrar ningún acuerdo en estos seis meses. Incluso renunció a presentar los Presupuestos. Los últimos son de 2021.
Más allá del componente local del relevo, el hecho es que los socialistas han incumplido por vez primera vez su compromiso de no favorecer gobiernos de EH Bildu. Hasta ahora la colaboración entre ambas formaciones se había limitado al apoyo de los abertzales a leyes promovidas por el Gobierno en la legislatura pasada y a apuntalar con sus votos la investidura de Pedro Sánchez en la que acaba de comenzar. A pesar de que la sombra del intercambio de apoyos flota sobre el acuerdo de Pamplona y a pesar de la manipulación interesada de PP y Vox, EH Bildu no forma parte de la coalición entre PSOE y Sumar. Tampoco el PSN entrará en el gobierno municipal.
El pacto que hace posible la moción de censura incluye el compromiso de cumplir la Ley Foral de símbolos de Navarra, aprobada por el PSN y UPN, lo que supone dejar fuera la ikurriña y subrayar las particularidades de la Comunidad Foral frente al tradicional expansionismo del nacionalismo vasco. Por primera vez, además, la coalición abertzale se compromete por escrito a trabajar por el reconocimiento y la reparación de las víctimas de ETA y a evitar que se den situaciones humillantes para ellas. No son compromisos menores, y el PSN debe velar por su cumplimiento.
Asiron ha repudiado en varias ocasiones el terrorismo —ya en 1998 firmó un manifiesto condenando el asesinato del edil de UPN Tomás Caballero— y es verdad que EH Bildu, desde su nacimiento en 2011, paralelamente al final de la violencia de ETA, ha dado pasos importantes en el reconocimiento de las víctimas. La coalición tiene, sin embargo, una asignatura pendiente. Como sucesora de la izquierda abertzale que ejerció de cómplice política de ETA, aún debe reconocer de forma clara que la atroz violencia ejercida por la banda terrorista no tenía justificación alguna. Debe hacerlo no solo para resarcir mínimamente a las víctimas, también por razones pedagógicas ante la sociedad. Pese al desgarro que supone la mera evocación de su pasado, EH Bildu es hoy una coalición legal cuyos representantes, en virtud de los cambiantes intereses políticos, han compartido el sentido de su voto en multitud de instituciones españolas con otros partidos, incluido el PP. Es el PSOE el que, de nuevo, ha quedado atrapado en sus propias declaraciones y en su afición electoral a trazar líneas rojas. También a él —si de veras cree en las virtudes de atraer a los radicales a la vida institucional— le toca hacer pedagogía.
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