_
_
_
_
_
Cartas a la Directora
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La lógica del voto a Wilders en Países Bajos

Los lectores escriben sobre la victoria de la ultraderecha en las elecciones holandesas, las víctimas de los bombardeos israelíes en Gaza, la importancia de la lectura, y sobre maneras de combatir la contaminación que genera la industria textil

Un cartel electoral del líder del PVV, Geert Wilders, es retirado cerca del Binnenhof, un día después de las elecciones a la Cámara Baja, en La Haya, Países Bajos, este jueves.
Un cartel electoral del líder del PVV, Geert Wilders, es retirado cerca del Binnenhof, un día después de las elecciones a la Cámara Baja, en La Haya, Países Bajos, este jueves.ROBIN UTRECHT (EFE)

Mi hija, casada y con dos hijos holandeses, vive en Países Bajos desde 2010. Sobre la victoria de Geert Wilders dice que, a pesar de haber moderado su discurso, él sabe que la gente está harta de la clase política actual. Hay una crisis grave en materia de vivienda. La gente joven no puede independizarse ni hacer frente a las deudas por estudios. La política de inmigración es vergonzosa. Se niegan ayudas habituales a los más pobres. Mientras las empresas aumentan beneficios y pagan menos impuestos, los sueldos no se ajustan a la realidad. La clase media y media-alta pierde capacidad de ahorro. El seguro médico es más caro y tiene menos cobertura. Wilders, con su discurso racista y nacionalsocialista, atrae a los cada vez más numerosos descontentos. Por desgracia, es lógico. Si se abandona a las clases medias y los jóvenes, protegiendo a la clase alta y las empresas, llega un punto en que el enfado se traduce en votos a los extremos. Es importante preguntarse por qué ocurre, y no limitarse a acusar a los ultras de locos extremistas sin actuar para cambiar la realidad.

Fernando Martínez Blasco. Madrid

Esperar la muerte

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Las víctimas en la franja de Gaza ya han llegado a las cinco cifras. Prácticamente, la cuarta parte de ellas son niños. Los hospitales caen bombardeados o se quedan sin suministro eléctrico. El agua y la comida cada vez son más escasos, y los alimentos que quedan se encuentran en mal estado. Donde antes había ciudades ahora solo quedan descampados, con la excusa de descubrir las guaridas de Hamás. El paso de Rafah sigue sin abrirse permanentemente y no existe forma de huir. Ahora mismo ser ciudadano gazatí significa esperar la muerte.

Adrián López López. Salamanca

Leer más

Llevaba bastantes años sin leer un libro. Me refiero a un libro de papel, que los móviles nos tienen absortos se sabe más que de sobra. Tras empezar el libro y llevar unas 10 páginas, por la temática, mi cerebro ha desbloqueado un recuerdo que estaba casi olvidado en mi memoria, un recuerdo de mi infancia. Una caída en un parque. Debía de tener ocho o nueve años. La delicia de rememorar ese recuerdo fue indescriptible. Seguramente sin ese libro no habría sido rescatado y seguiría borrándose poco a poco en mis entrañas. Ha sido un detonador: tengo que leer más. Tenemos que frenar esa disociación que nos producen las nuevas tecnologías. Y reconducir a los más pequeños hacia ese camino.

Vanessa Prieto González. Vigo

Una caja de coser propia

Leo que una investigación de Greenpeace concluye que las prendas que se donan no tienen muchas veces el destino que los consumidores creen. Eso me hace pensar en mi última lectura, La moda justa: Una invitación a vestir con ética de Marta D. Riezu, y en cómo nos recuerda que las soluciones para frenar el devastador impacto de una industria textil cada vez más destructiva (tanto para el planeta, como para las personas) se encuentra en medidas tan simples como en el arte de coser, de reparar, de cuidar, de mantener y de valorar. Para mi generación, al igual que para la autora, esa caja de agujas, hilos y botones que solía estar en todas las casas, llega hasta la casa de mis padres y a duras penas. Yo no tengo una propia.

Eva González De la Arada. Bruselas (Bélgica)

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_