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ABRIENDO TROCHA
Columna
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Después de la guerra

La humanidad tiene por delante una prueba de fuego que reta a la institucionalidad labrada durante décadas: manejar la relativa abstracción de “los Estados” y dar respuesta, mientras tanto, a las afrentas al derecho internacional

Diego García-Sayan
Israel-Palestina, qué sigue después de la guerra
Un niña sale de Gaza durante el conflicto entre Israel y Hamas, este jueves.MOHAMMED SALEM (REUTERS)

Y no cesan de aumentar las víctimas. Desde el centenar de israelíes muertos el 7 de octubre a manos de Hamás. Hasta los 11.000 civiles palestinos por los incesantes bombardeos israelíes sobre Gaza. Dentro de ellos, 4.100 niños, como nos acaba de recordar públicamente el Secretario General de la ONU, António Guterres.

Estos son sólo algunos ya conocidos de los tremendos costos en la humanidad del conflicto en curso. Así como lo es la brutal “tierra arrasada” en marcha contra Gaza, con decenas de miles de desplazados/refugiados y la mayoría de casas y demás edificaciones derruidas. Recordó, también Guterres, que más periodistas han muerto en estas cuatro semanas que en ningún otro conflicto en al menos tres décadas. Asimismo, 89 funcionarios de la ONU muertos; hecho sin precedentes, por su magnitud, en la historia bélica de las últimas décadas.

Pero esta es, a fin de cuentas, sólo una suerte de “foto” del impacto incesante de la guerra en la población civil. Mientras, suenan desmedidas las reacciones israelíes a las reiteradas —y lógicas— propuestas de cese de fuego por el Secretario General de la ONU. Aunque suene dantesco, se observa una situación que es una especie de “manual” —o resumen— de violaciones al derecho internacional humanitario.

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Dentro de este contexto tremebundo, que pareciera hoy sin salida, dos asuntos son particularmente relevantes sobre lo que puede venir después. Ello, en el escenario optimista de que se aplaquen los humos de la guerra hoy prevalecientes.

Primero, la viabilidad de una hipotética negociación futura que recupere el objetivo —ahora ilusorio— de los dos Estados, uno judío y el otro palestino. Que, como se sabe, es lo que estuvo en la base de la creación de Israel por la ONU en 1947. Por el momento se ve muy difícil, por no decir imposible.

A la conocida oposición radical de Netanyahu a tal camino, se añade ahora el persistente bombardeo israelí sobre Gaza. Que más allá de los efectos políticos o psicosociales sobre la población palestina masivamente afectada, apunta a la despoblación palestina de Gaza, particularmente su zona norte. No se cuenta con una cifra, pero deben ser decenas de miles que ya abandonaron la zona y que se apunta a una despoblación de palestinos.

En esa lógica, la hipotética salida de una negociación hacia los dos Estados sería ilusoria al estar siendo desplazados millones de palestinos de su suelo. Más allá de las razones humanitarias para exigir el cese de los bombardeos, existe otra la responsabilidad y obligación internacional: preservar la presencia palestina en áreas que, en teoría al menos, deberían ser parte del hipotético Estado palestino.

Brutalmente despobladas mal podrán ser una base sólida para constituir allí un Estado con todas las de la ley. Y, con ello, socavadas las pretensiones onusianas durante más de siete décadas de tener en la zona dos Estados.

Segundo: la retahíla ostensible de violaciones al derecho internacional en curso. ¿Qué viene después? Difícil pensar que “nada” o la impunidad.

Venimos de décadas muy laboriosas de perfeccionamiento del derecho internacional y de afirmación de tribunales internacionales que han puesto los derechos de la gente en lugar prioritario. Desde que se constituyeron las Naciones Unidas hace 78 años, se acordaron, por ejemplo, las Convenciones de Ginebra (1949). Y se creó la Corte Penal Internacional (CPI) con el Estatuto de Roma, en vigor desde el 2002. Un verdadero código penal internacional sobre graves crímenes. Y se crearon, además, sendas cortes regionales de derechos humanos en Europa, América y África.

La humanidad tiene y tendrá por delante una prueba de fuego y que reta a esta institucionalidad labrada durante décadas. Que, para no cortar la lógica de la historia, deberían apuntar en el presente a manejar la relativa abstracción de “los Estados” y dar respuesta, mientras tanto, a estas afrentas al derecho internacional.

Por ejemplo, más allá de los estándares previstos en las normas del derecho internacional humanitario de las Convenciones de Ginebra de 1949, está la justicia penal internacional. Hoy existente desde que entró en vigencia el 2002 el Estatuto de Roma, tratado constitutivo de la Corte Penal Internacional (CPI). Lo particular de las normas penales internacionales da clara competencia a la Corte para actuar. E investigar y, de ser el caso, procesar, a individuos sindicados como responsables, no a Estados. Por lo que la identificación hoy de las autoridades que pudiesen ser responsables lleva a que esas personas sean las que tendrían que responder en su momento. Como es evidente, no es difícil pensar en los posibles nombres de individuos que podrían ser materia de investigación/procesamiento.

El abanico de posibles figuras delictivas comprometidas en este caso podría ser muy amplio. Habría que remitirse al Estatuto de la CPI que tipifica varios delitos que podrían entrar a ser de pertinente referencia en lo que está ocurriendo en Israel/Palestina. Se discute, por ejemplo, si Israel estaría cometiendo genocidio o no. Hay posiciones encontradas entre destacados internacionalistas.

Pero cuando se alude a otras figuras delictivas más obvias previstas en el Estatuto de Roma, los datos de la realidad podrían apuntar más directamente a delitos allí claramente tipificados. Por ejemplo, los crímenes de lesa humanidad, regulados con detalle en el artículo 7 del Estatuto. O los crímenes de guerra (artículo 8). Invito a la lectoría a revisar esos artículos y probablemente se le vendrán a la cabeza varios hechos como los que está sufriéndose en Gaza desde hace semanas.

Si la Fiscalía de la CPI así lo decidiese, podría oficializar un proceso de investigación y, en su caso, abrir proceso contra las personas que pudiesen ser consideradas responsables. Hay que tomar nota que hace un par de semanas el Fiscal de la CPI, Karim Khan, visitó el paso de Rafa, fronterizo de con Gaza. Se sospecha que lo hizo no de paseo sino en función de posibles pasos que podría dar. Habida cuenta que la CPI tiene competencia sobre hechos ocurridos en zonas palestinas, como lo es la jaqueada y bombardeada Gaza y sus 4.000 niños muertos este es curso de evolución de las cosas que hay que seguir con atención.

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