Mujeres de ciencia
Las dos científicas galardonadas por el Nobel son Katalin Karikó, por las vacunas de la covid, y Anne L’Huillier, por una aguda penetración en el interior del átomo. Algo se está moviendo en Estocolmo
Los premios Nobel de ciencia que acabamos de conocer incluyen a dos mujeres. Si eso le parece una trivialidad es que no conoce la historia del siglo XX, pero vayamos por partes. Las dos científicas galardonadas son Katalin Karikó, por las vacunas de la covid que han salvado millones de vidas, y Anne L’Huillier, por una aguda penetración en el interior del átomo cuyas aplicaciones no podemos aún ni imaginar. Es cierto que las estadísticas son deprimentes. Karikó es solo la decimotercera mujer que recibe el Nobel de Medicina desde que el premio se fundó en 1901, y L’Huillier es solo la quinta que obtiene el de Física. Pero también es verdad que la tendencia es correcta, porque la mayor parte de estas investigadoras han sido premiadas en los últimos años. Algo se está moviendo en Estocolmo.
Acusar a la Academia Sueca de machismo es dificultoso. El comité del Nobel que otorga los premios recoge la opinión de la élite científica internacional, y se apoya con fuerza en el consejo de los galardonados anteriormente. Esas élites llevan un siglo y pico consistiendo en hombres. Ríete de la federación de fútbol. A principios del siglo XX, las chicas ni siquiera podían matricularse en física en la Universidad de Harvard. Una de esas mujeres que no pudo estudiar física fue Henrietta Leavitt, la descubridora de la cinta métrica del cosmos que permitió a Edwin Hubble observar que el universo se estaba expandiendo. Leavitt debió recibir el Nobel, pero había muerto cuando Estocolmo se interesó por ella. Al menos podríamos haberle dedicado un telescopio espacial, como hicimos con Hubble, ¿no creen?
Hay sectores feministas que se quejan de que en Oppenheimer, la brillante película de Christopher Nolan sobre el origen de la bomba atómica, no aparezca Lisa Meitner, la científica que desarrolló la teoría de la fisión nuclear y, redondeando un poco, disparó el Proyecto Manhattan para fabricar la bomba que dirigió Robert Oppenheimer. Estoy de acuerdo con esa crítica feminista. Vale que la película no es una historia de la física atómica, sino una biografía de Oppenheimer y sus demonios internos, pero allí salen Einstein, Bohr, Planck y muchos más. ¿Por qué no Meitner, que era otra entre esos gigantes?
La razón es probablemente que Meitner fue ninguneada por la Historia. Mujer y judía en la Alemania de entreguerras, para qué quieres más. El Nobel de la fisión del uranio se lo dieron a Otto Hahn, con quien ella había colaborado de cerca. En un alarde de hipocresía al recibir el galardón, Hahn se refirió a Meitner como una ayudante. Y tan ayudante, porque fue ella quien desarrolló la teoría esencial. Marissa Moss publicó el año pasado The woman who split the atom (la mujer que dividió el átomo), que tal vez contribuya a reparar el desaguisado.
Primero como biólogo molecular y después como periodista, llevo media vida fascinado por el genio de dos científicas del siglo XX que cambiaron mi campo de arriba abajo, Barbara McClintock y Lynn Margulis. Ambas se tuvieron que enfrentar a poderosas fuerzas de inercia. La primera ganó el Nobel cuando ya era anciana. No es momento para desmoralizarse. Las chicas interesadas en la ciencia tienen ahora un futuro más luminoso que en el siglo pasado.
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