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Columna
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Asesinatos, narco y elecciones

Lo sucedido en los últimos días en dos países de la región, Ecuador y México, recogido en ríos de tuits, tiene el sello del crimen organizado y de su negocio: el narcotráfico

Fernando Villavicencio
Simpatizantes prenden velas hoy alrededor de una fotografía del asesinado Fernando Villavicencio, durante un mitin en Quito (Ecuador).Jose Jacome (EFE)
Francesco Manetto

En América Latina se habla de violencia todos los días. La palabra centra los debates políticos, acapara las conversaciones en el trabajo, llena las miradas de desasosiego en miles de barrios y determina un sinfín de rutinas. Se habla de ella porque la violencia sucede todos los días. Más allá de las abstracciones académicas y de los eufemismos burocráticos, la seguridad es un espejo que devuelve a las sociedades su imagen más incómoda: corrupción, ineficacia de los gobernantes, desigualdad o autoritarismo, esto es, más violencia para cerrar el círculo. Lo sucedido en los últimos días en dos países de la región, recogido en ríos de tuits, tiene el sello del crimen organizado y de su negocio: el narco.

Este domingo los ecuatorianos acudieron a votar con unas imágenes de terror esculpidas en su memoria reciente. La secuencia dio hace 10 días la vuelta al mundo: el candidato presidencial Fernando Villavicencio salía de un mitin en Quito y se disponía a entrar en su vehículo, que pese a las amenazas recibidas no estaba blindado. Al menos cuatro sicarios descerrajaron seis tiros en medio de la multitud. El político y periodista, que había hecho de la lucha contra la delincuencia una bandera, falleció por el impacto de una bala en la cabeza.

Enseguida, las redes se llenaron de unas declaraciones que había hecho tan solo unas horas antes del atentado. Villavicencio había denunciado en una entrevista amenazas de un criminal conocido como Fito, que está detenido y a pesar de ello sigue liderando la banda de Los Choneros, al servicio del cartel mexicano de Sinaloa. El aspirante relataba que una persona cercana “recibió la visita de varios emisarios” para transmitirle un mensaje mafioso de manual. “Si yo sigo mencionando el nombre de Fito y mencionando a Los Choneros me van a quebrar. Mi decisión fue continuar con la campaña electoral”.

Las autoridades detuvieron a seis personas de nacionalidad colombiana y las acusaron de perpetrar el asesinato. Una más murió en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. Todas ellas son eslabones criminales de un clima de violencia que se agravó durante la pandemia de la covid-19 y que lleva años asfixiando a los ecuatorianos. El Gobierno de Guillermo Lasso no ha logrado contenerlo y en esta carrera electoral se han sucedido motines carcelarios, atentados, el homicidio del alcalde de Manta ―un puerto clave para el narcotráfico― y un cierre en el que se vieron candidatos con chaleco antibalas y cascos. Una guerra. Y como todas las guerras, un caldo de cultivo ideal para el populismo autoritario.

“Este mensaje es para los ladrones, secuestradores, secuestradores, asesinos, extorsionadores, gatilleros, violadores de todas las bandas criminales de Ecuador. Escuchen bien: tienen hasta el 20 de agosto para hacer sus maletas y huir de este país”. Habla Jan Topic, apodado el Rambo ecuatoriano, empresario con un pasado en la Legión Extranjera que este domingo concurría a las elecciones. Más allá de su resultado en las urnas, ese mismo mensaje recorre toda la región: replicar el modelo punitivo aplicado en El Salvador por Nayib Bukele, quien ha conseguido acorralar a las pandillas a cambio de pisotear derechos constitucionales y garantías democráticas.

Pero la violencia que sufre Ecuador no es solo un fenómeno local que se pueda abordar con recetas efectistas. Está conectada con la disputa entre carteles mexicanos por las rutas del tráfico de cocaína, la misma que carcome territorios del país norteamericano como el Estado de Jalisco. La semana pasada un vídeo confirmó el asesinato de cinco jóvenes desaparecidos en la localidad de Lagos de Moreno. Las torturas y la muerte exhibidas en cámara son otro mensaje mafioso de terror que ha vuelto a sobrecoger a los mexicanos y que, una vez más, muestra los fallos y la ineficacia de los protocolos de investigación de los desaparecidos. Lo que pasó en Ecuador y en Jalisco no guarda relación alguna. O sí. Detrás está el mismo ecosistema criminal, el narco. Como en cientos de casos más, todos los días, de Estados Unidos a Chile.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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