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Apoteosis del asesino

La Liga Árabe lava la cara a Bachar el Asad y sienta otro precedente de impunidad, para satisfacción de Putin y Jamenei

Desde la izquierda, en primera línea, los presidentes de Túnez, Kais Said; de Siria, Bachar el Asad, y de Egipto, Abdelfatá al Sisi, este viernes en Yeddah, en el marco de la cumbre de la Liga Árabe.
Desde la izquierda, en primera línea, los presidentes de Túnez, Kais Said; de Siria, Bachar el Asad, y de Egipto, Abdelfatá al Sisi, este viernes en Yeddah, en el marco de la cumbre de la Liga Árabe.THE EGYPTIAN PRESIDENCY (Via REUTERS)
Lluís Bassets

Es digno hijo de su padre, al que ha superado en crueldad, y era ya difícil, aunque todavía no en años de dictadura. Bachar el Asad lleva 23 en el poder, a seis de igualar a su progenitor y fundador de la dinastía, el militar golpista Hafez el Asad, fallecido en 2000. Como una Corea del Norte de Oriente Próximo, entre padre e hijo los Asad llevan en el poder más de medio siglo, con un historial que les sitúa entre los más prolíficos asesinos en serie y de masas de la historia, siempre bajo la protección política y militar de Moscú y la ayuda del Irán de los ayatolás.

Si Hafez se distinguió por sus guerras contra Israel, en todas derrotado, y en 1982 por el asedio y la matanza en la ciudad siria de Hama, en manos de la insurgencia de los Hermanos Musulmanes, Bachar ha concentrado sus esfuerzos criminales desde hace 12 años en reprimir a bombazos las demandas democráticas de sus conciudadanos, hasta hundir el país en una guerra civil a varias bandas, campo de intervención de todos los países vecinos, además de Estados Unidos y Rusia. Nunca se han aclarado las cifras de muertos en Hama, donde usó gas sarín contra la población, aunque las más altas llegan a 40.000, largamente superadas por el medio millón cosechado por el joven Bachar, que también ha utilizado armas químicas contra sus conciudadanos y provocado la desbandada de 12 millones de sirios, la mitad fuera de las fronteras del país y la otra desplazados en pésimas condiciones dentro del país.

Cuando empezó a correr la sangre, la inútil Liga Árabe, caracterizada por la solemne vaciedad de sus resoluciones, expulsó a Bachar con la misma coherencia con que le ha invitado ahora a que se reincorpore a la cumbre celebrada esta semana en Arabia Saudí. Convidado también a la Conferencia del Cambio Climático (COP28) de noviembre en Abu Dabi, será completo su lavado de cara, para regocijo de sus pares y aliados, el matador de ucranios, Vladímir Putin, como Alí Jamenei, el matador de mujeres iraníes en particular e iraníes en general, ambos interesados en que cunda la impunidad de los tiranos en las relaciones internacionales.

Es muy peculiar la coalición que promueve ahora la paz y el orden en Oriente Próximo. Con Rusia ahora tan ocupada, es China la que despliega una peculiar diplomacia que ha conseguido amistar a dos viejos enemigos como Irán y Arabia Saudí. La autoridad se adquiere con el ejemplo. Nadie supera al promotor chino como matador, puesto que la pena capital se aplica millares de veces cada año y ni siquiera merece contabilidad oficial. Teherán y Riad, sus patrocinados, ocupan el segundo y tercer lugar de tan siniestro pódium, a mucha distancia con 576 y 196 ejecuciones en 2022 respectivamente.

La paz es la de los cementerios, claro. Y el nuevo orden, el de las dictaduras, que exige la vista gorda ante las cosechas de sangre de los gobernantes.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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