BCE, media vuelta de tuerca
La subida de 0,25 puntos en los tipos de interés modera la ruta de endurecimiento emprendida hace meses por la entidad
El Banco Central Europeo ha tomado la decisión de incrementar los tipos de interés 0,25 puntos hasta el 3,75%, que marca el máximo desde la crisis financiera de 2008, pero que señala tendencias de cierta moderación en el endurecimiento de la política monetaria. Con un nivel de precios que sigue lejos de sus objetivos de inflación, y con efectos palpables en la desaceleración económica y la caída del crédito, la institución monetaria ha preferido levantar el pie del acelerador y plantear una escalada de tipos más pausada.
La persistencia de la inflación choca con las necesidades de modular los efectos de los tipos de interés en el crecimiento y en la estabilidad financiera, que ha acusado notablemente las turbulencias del último mes, tanto en Estados Unidos como en Europa, con varias entidades financieras en el punto de mira. La experiencia de 2008, cuando la subida de tipos acabó haciendo estallar un sistema financiero excesivamente endeudado y con activos dudosos, pesa todavía en el recuerdo de la institución monetaria, que ha preferido marcar una nueva senda antes de acelerar el enfriamiento de la economía europea. En el último año, la subida de tipos de la Reserva Federal, más agresiva, ha obligado al BCE a acompañar esas subidas para evitar una mayor depreciación del euro frente al dólar. Eso habría incidido negativamente en los precios de los combustibles, que se pagan en divisa norteamericana en los mercados internacionales. Despejado ahora este riesgo, la decisión del BCE apunta a una cierta moderación a la luz de la evolución de los precios y a sus amplios efectos en el crecimiento económico y en las rentas de los hogares europeos, que han visto cómo sus hipotecas se encarecían y su consumo interno disminuía.
Acompañando esta medida, el consejo de Gobierno ha fijado el calendario para reducir progresivamente el montante de deuda que acumula en su cartera, buena parte de ella deuda de los Estados. A partir de julio, el BCE no renovará estos bonos a su vencimiento, como venía haciendo hasta ahora, de manera que empezará a reducir el balance de la entidad y a drenar parte de la liquidez masiva que inyectó a la economía durante los años previos a la guerra de Ucrania.
Se trata, en ambos casos, de decisiones que el mercado tenía en buena medida descontadas, y que apuntan a que el pico de tipos de interés de la eurozona, salvo sorpresas, podría estar próximo. La institución, muy pendiente de su credibilidad, insiste en que mantendrá una política restrictiva en su lucha contra la inflación, que está mostrando una pertinacia inesperada. De esta manera, los efectos de estas medidas sobre la financiación de hogares y empresas se seguirán notando al menos durante este año y el siguiente. Será necesario estar atentos para evitar que los costes de esta nueva subida impacten en la ya maltrecha economía de las familias más vulnerables.
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