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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pulso en la cúpula del BCE

Halcones y palomas discuten sobre si dar más peso a los precios o la estabilidad financiera

La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.HEIKO BECKER (REUTERS)
Xavier Vidal-Folch

La apariencia de unanimidad en la cúpula del BCE es inexacta. El pulso entre duros y suaves prosigue, incluso entre turbulencias financieras. El consejo de gobierno del 2 de febrero subió medio punto los tipos. Y la presidenta, Christine Lagarde, se comprometió a repetirlo en marzo. Algunos discrepaban, rezan las actas: pronto habrá que “evitar ser demasiado duros”, y “se le debe dar tanta consideración al riesgo de ir demasiado lejos como se le está dando al de quedarse cortos”. Pero la contundencia halcona forzó este lema: “Continuará el curso de subidas significativas a ritmo sostenido”. La inflación, que aún crecía a tambor batiente se esgrimía por los halcones puros (los alemanes Nagel y Schnabel, el holandés Knot, el austriaco Holzmann…) contra los palomas radicales (el griego Stournarás, los italianos Visco y Panetta, el chipriota Herodotou). En medio, los palomas pragmáticos y adaptativos (el economista jefe Lane, el español Cos, el francés Villeroy, el portugués Centeno…), dispuestos a una dureza reputada inevitable, pero con límites y modulada.

La durísima alza de tipos en medio de la tormenta del Silicon Valley (otro medio punto), adoptada en el consejo del 16 de marzo también afloró esos alineamientos. Se decidió “por una mayoría muy amplia, con dos o tres que no la apoyaron”, sin duda palomas, “inclinados a darse un poco más de tiempo para ver cómo la situación [bancaria] evolucionaba”, relató luego Lagarde. Pero hubo más: el consenso se logró con concesiones. Los pragmáticos intuían problemático subir tipos durante la tormenta (Silicon, Credit Suisse), pero también que aún sería peor para la confianza incumplir el compromiso de Lagarde de ejecutarlos. Se allanaron. A cambio de anular todo preanuncio: como la secuencia prospectiva de “subidas significativas a ritmo sostenido”, que el grupo halcón adoptaba como catecismo.

Así que todo se haría según el “enfoque dependiente de los datos”, reforzado y concretado: según la triada cifras de inflación, datos de la subyacente e intensidad de la transmisión de la política monetaria (restricción del crédito). Los primeros datos de la inflación en marzo (gran caída en España); el enfriamiento crediticio, y el efecto similar que tiene una crisis bancaria (incluso si es acotada) al de subir tipos, quizá convenzan a los halcones menos hieráticos de aflojar tuercas en abril. Entretanto, el “dolor” se va cuantificando: las previsiones de crecimiento del PIB para la eurozona empeoran, respecto a las de diciembre, tres décimas para 2024 y dos para 2025: ambos años quedaría en el 1,6%, “debido a la orientación más restrictiva de la política monetaria”, se autoimputa el comunicado del día 16.

El pulso se enhebró en la discusión entre precios y crisis. Entre inflación (y pues, alza de tipos) y tormenta bancaria (y pues, prudencia). Lagarde aseguró la inexistencia de un “trade off” (solución de compromiso, renuncia de un término sobre otro) entre ambos, quizá subrayando que la inestabilidad no debe torcer el endurecimiento monetario. Otros, como ha dicho este lunes el español Hernández de Cos en Valladolid, enfatizan que “la estabilidad financiera es un prerrequisito para la estabilidad de precios”; fórmula equivalente a la del holandés Frank Elderson: “la estabilidad financiera es una precondición para poder cumplir con la estabilidad de precios, porque es necesaria para que la política monetaria se transmita adecuadamente (EL PAIS, 30 de marzo). Les apoya la Biblia, el punto 9 de la solemne Declaración sobre la estrategia de política monetaria (8 de julio de 2021): “La estabilidad financiera es una condición indispensable para la estabilidad de precios”. Prístino: si caen los bancos, ¿quién la aplica? Así que, ¿qué va primero, el huevo o la gallina?

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