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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lula en Europa

El viaje a Portugal y España del presidente de Brasil ratifica el regreso del gigantesco país al multilateralismo internacional

Lula da Silva (a la izquierda) y el rey Felipe VI, este miércoles en Madrid.
Lula da Silva (a la izquierda) y el rey Felipe VI, este miércoles en Madrid.CHEMA MOYA (AFP)
El País

La primera visita oficial de Luiz Inácio Lula da Silva a Europa, cuatro meses después de acceder a la presidencia del país, ha ratificado el regreso programático al multilateralismo internacional que el país abandonó bajo la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro. En la cuidada coreografía diseñada para transmitir al mundo el regreso de Brasil a la primera línea de la diplomacia, Lula estuvo en Buenos Aires, Washington y Pekín antes de viajar a la Unión Europea y dedicar cinco días a Portugal y España. El aislamiento internacional de la etapa Bolsonaro ha quedado enterrado mientras pesan numerosas acusaciones sobre el expresidente, tras el asalto a las instituciones del Estado perpetrado por sus partidarios una semana después del acceso al poder de Lula. El desafío político actual del presidente va más allá de vencer esa resistencia ultra a la democracia y restituir la institucionalidad perdida. El objetivo es revertir las políticas que empobrecieron a gran parte de la población y asumir la lucha climática como prioridad de su mandato.

Lula ha utilizado su presencia en territorio europeo para defender la posición neutral de Brasil sobre la guerra de Ucrania tras una dura polémica con EE UU y la UE, sin que eso signifique modificarla: ha insistido en la condena de la invasión rusa, pero ha reiterado la necesidad de buscar una difícil salida dialogada al conflicto. La sintonía política e ideológica socialdemócrata entre Lula y los gobiernos de Costa y Sánchez hace más visibles las discrepancias sobre la guerra en Ucrania. La calculada ambigüedad de Lula ha servido para condenar la invasión rusa, pero reprobar el envío de armas para la defensa de Ucrania, y a la vez entender que la distancia geográfica a la que se encuentra Brasil permite ver de otro modo la amenaza expansionista que ha exhibido Putin. La defensa de Lula de la paz liderada por varios países neutrales con Brasil a la cabeza es el punto fuerte de un difícil plan con muchos flancos abiertos y aun con una “ingeniería”, como explica hoy Lula en estas páginas, por concretar.

El núcleo del discurso de Lula sirve de recordatorio a Occidente de que buena parte del llamado Sur Global no desea verse arrastrado a elegir bando en el pulso EE UU-China. En el nuevo orden global que se dibuja en el futuro resulta inobjetable que los países no alineados y neutrales dispongan de un papel propio sin que los intereses de las grandes potencias asfixien la creciente relevancia de India o el mismo Brasil. Tanto Nueva Delhi como Brasilia se mueven para posicionarse como referentes de esa constelación de países, más relevante que el grupo de los 77 de la Guerra Fría. Lula dispone de activos personales como su carisma y las relaciones tejidas en su larga trayectoria política, así como de la ventaja de liderar un país que no despierta especiales recelos o animosidades y que cuenta con importantes recursos naturales. En esa acción, se enfrenta a la necesidad de defender una autonomía creíble mientras el lazo económico con China se profundiza con fuerza.

La visita de Lula y su encuentro de ayer con Sánchez proyectó la esperanza de una lucha conjunta contra el cambio climático como convicción profunda y compartida, a la vez que desprendió un optimismo palpable sobre las posibilidades de ratificación del acuerdo comercial Mercosur-UE, atascado hace años y con múltiples problemas todavía pendientes de solución. La presidencia española de la Unión Europea a partir de julio puede ser la palanca necesaria para ello.


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