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Columna
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Brasil proyecta una macrogranja de mosquitos

El Gobierno de Lula no se ha vuelto loco. Su objetivo es proteger a 70 millones de brasileños del dengue

Brasil
Un investigador muestra varios mosquitos 'Aedes aegypti' en su mano.Diego Herculano (Getty)
Javier Sampedro

De cabras a ovejas, de cerdos a pollos y de asnos a lubinas, los humanos hemos criado casi cualquier animal que se avenga. Pero ¿mosquitos? ¿Esos dípteros francamente molestos que te chupan la sangre y encima te pegan algunas de las enfermedades más dañinas que ha registrado la historia de la medicina? Pues sí, eso es exactamente lo que va a hacer Brasil en cuanto construya una flamante macrogranja que fabricará 5.000 millones de mosquitos modificados al año. Y no, el Gobierno de Lula no se ha vuelto loco. Su objetivo es proteger a 70 millones de brasileños del dengue y otras dolencias transmitidas por mosquitos.

El lugar que ocupará la mayor fábrica de mosquitos del mundo está por determinar. Brasil es muy grande, y no sé cuánta gente se mostrará entusiasmada con una instalación semejante cerca de su casa. Pero las autoridades sanitarias del gigante austral ya han aprobado la técnica implicada, como lo han hecho las de Estados Unidos y algún otro país. La OMS está considerando el tema y aún no se ha pronunciado. El proyecto corre a cargo del World Mosquito Program (WMP), una entidad filantrópica dirigida por el microbiólogo Scott O’Neill, de la Universidad de Monash en Melbourne, Australia, en colaboración con la Fundación Oswaldo Cruz en Río de Janeiro. Han anunciado la liberación de 50.000 millones de mosquitos modificados en los próximos 10 años sobre áreas urbanas de todo Brasil. Los insectos serán diseminados desde coches, motocicletas y drones. La clave es un parásito llamado wolbachia, una bacteria que ha perdido el talento de llevar una vida libre y solo puede subsistir en el interior de las células de los insectos. Como todo buen parásito, wolbachia tiene un talento especial para hacer a su huésped un tipo de ofertas que el huésped no podrá rechazar. Algunos insectos son incapaces de reproducirse sin wolbachia, y otros no pueden ni sobrevivir. El mosquito que intente librarse de la bacteria firma su propia condena de muerte, con lo que wolbachia se garantiza una presencia estable en esa población de dípteros. Un truco bajo de parásito, y bien eficaz a todas las escalas biológicas, de los genes a las sociedades.

El principal propagador (vector, en la jerga) del virus del dengue es el mosquito Aedes aegypti, una especie que no está infectada con wolbachia. O’Neill y su grupo mostraron hace tiempo cómo introducir la bacteria parásita en las células de Aedes. En estudios limitados de campo —Australia, Brasil, Colombia, Indonesia, Vietnam—, los mosquitos con wolbachia contagian progresivamente a los naturales, y el resultado es una reducción de la incidencia de dengue en las personas en un 77%, en el mejor de los ensayos. La razón es que wolbachia compite con el virus del dengue en el exigente interior de las células sexuales. A medida que hay más Aedes con wolbachia, menos hay con el virus. Los mosquitos siguen picando, pero al menos no contagian el dengue, o no tanto. Otra negociación.

Los mosquitos antidengue han sido modificados, puesto que les han metido la wolbachia en el laboratorio, pero no modificados genéticamente, según destaca el WMP. La puntualización es discutible —wolbachia tiene 496 familias de genes—, pero seguramente reducirá bastantes decibelios el debate sobre la alteración de la naturaleza.

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