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tribuna
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Ucrania ha colocado a Europa ante el reto de una diplomacia postoccidental

Los países emergentes como la India y Turquía no ven a Rusia debilitada ni necesariamente como un enemigo, y reclaman ser reconocidos como centros de influencia geopolítica para prestarse a colaborar con Occidente

Turquia OTAN
El secretario general de la OTAN, Jens Stolteberg (a la derecha), recibe al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a su llegada a la cumbre de la Alianza Atlántica en junio de 2021 en Bruselas.KENZO TRIBOUILLARD (AP)

Un año después de la invasión rusa de Ucrania, estamos siendo testigos de una restructuración fundamental en el orden internacional. Occidente, unido por primera vez en años, ha recuperado un proyecto común. Mientras, hay una creciente competencia por el liderazgo geopolítico entre las potencias emergentes.

En Europa, el conflicto ha planteado preocupaciones sobre la capacidad del continente para defenderse, y sobre el alcance de su apoyo al esfuerzo bélico ucranio ante la perspectiva de nuevas ofensivas en la primavera. También ha puesto al descubierto la complejidad que supone para el bloque abandonar a largo plazo su histórica dependencia de la energía rusa. En conjunto, estos factores han creado problemas de posicionamiento ante el conflicto, tanto nacionales como en la UE, y han producido desacuerdos tanto tácitos como explícitos, particularmente evidentes en todos los rodeos acerca del envío de los tanques Leopard y en la reticencia de Hungría a apoyar las sanciones a Rusia.

Sin embargo, por encima de la división política sobre cómo apoyar a Ucrania, la opinión pública se mantiene firme en cuanto a la necesidad de ese apoyo. Una nueva encuesta (realizada en 10 países europeos, además de la India, Turquía, China y Rusia) publicada en febrero por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), concluye que, a pesar de todas las dificultades del año pasado, los europeos permanecen unidos en su apoyo a Ucrania y también en su deseo de ver derrotada a Rusia.

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La encuesta del ECFR indica que una mayoría de los europeos, en los nueve países de la UE en los que se ha preguntado, apoya la continuación del embargo al combustible ruso, a pesar del daño muy real que esto está causando a algunas economías nacionales. También es reveladora la percepción de Rusia como “adversario” o “rival”. Más de dos tercios (el 66%) de los encuestados en estos países de la UE, y el 77% en Reino Unido, comparten esta opinión, en línea con los encuestados en Estados Unidos (71%).

Si bien el conflicto ha fomentado la unidad en Occidente y en Europa, la encuesta también ha puesto de manifiesto la brecha existente entre Occidente y otros países respecto a su percepción de Rusia. A pesar de existir el deseo compartido de ver el final de la guerra, las condiciones deseables para ello difieren marcadamente entre Occidente y los demás. Por ejemplo, en Europa y EE UU, la opinión mayoritaria es que Ucrania debe recuperar todo su territorio, incluso si esto implica una guerra más prolongada. En Turquía, China y la India, la mayoría de los encuestados preferirían que la guerra terminase cuanto antes, incluso si esto implicara ceder territorios ucranios a Rusia.

La reputación de Rusia también varía mucho. Tres cuartas partes de los encuestados en China (76%), la India (77%) y Turquía (73%) consideran a Rusia igual de fuerte o más fuerte que hace un año. La visión de Rusia como un “aliado” o “socio” global la comparte el 80% de los encuestados en la India, el 79% en China y el 69% en Turquía, en marcado contraste con las respuestas en Occidente, donde los encuestados consideran a Rusia no solo un país fundamentalmente más débil, sino que se le describe como “agresivo” e “indigno de confianza”.

Sin embargo, la fractura más pronunciada posiblemente esté en cómo ven los ciudadanos el estado del mundo y el futuro orden global. En Occidente, el legado de la Guerra Fría sigue estando muy presente y todavía moldea a la opinión pública. Existe una fuerte opinión de que estamos entrando en un mundo bipolar, con un bando liderado por EE UU y el otro por China. Pero en otros lugares del mundo, y particularmente entre potencias emergentes como la India y Turquía, este punto de vista no cala. En estos dos casos, los encuestados ven a sus respectivos países como participantes cada vez más relevantes en el escenario internacional. Prevén el desarrollo de un orden mundial multipolar, que estará dividido entre diversos centros de poder. En un escenario así, Occidente sería solo uno de los muchos polos, y no el que defina ni el que lidere la democracia a nivel mundial.

Esto colocaría a Europa, y a la alianza occidental en general, en una posición sin precedentes: como defensores de un orden basado en reglas, pero también como potencia en declive.

Los líderes occidentales harían bien en reconocer las aspiraciones de las potencias competidoras, que, si bien pueden tener diferentes puntos de vista acerca de la guerra, también reconocen los méritos de un orden internacional basado en reglas. El hecho de mostrar humildad, especialmente en sus interacciones con países que están a caballo entre la democracia y el autoritarismo —como la India y Turquía— no implica que Europa tenga que renunciar a sus valores. Muy al contrario, podrían defenderlos como parte de una nueva coalición de potencias afines. Esto precisará de un acto de equilibrismo diplomático, para persuadir a los centros de poder emergentes y lograr que apoyen las resoluciones clave, y a la vez comprender las prioridades de estas naciones y cómo la opinión pública interna es capaz de moldear la diplomacia. Durante los próximos meses se verá si los líderes europeos están a la altura del reto que se les presenta,ç y si podrán fortalecer la posición de Europa en un mundo post-Occidente cada vez más dividido.

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