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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desprecio a los sanitarios

La masiva manifestación en Madrid no mueve al Gobierno de Ayuso de su enrocada posición política

Manifestacion Sanidad Madrid
Miles de personas se manifiestan contra el desmantelamiento de la sanidad pública, el domingo en la plaza de Cibeles en Madrid.Andrea Comas
El País

Después de casi tres meses de conflicto abierto, los médicos de familia y los pediatras de Madrid pudieron comprobar el domingo que no solo no ha decaído el apoyo que ya recibieron en la multitudinaria manifestación del 21 de noviembre, sino que ha crecido. La Delegación del Gobierno cifró en 250.000 los asistentes a la marcha —un millón según los convocantes— en defensa de una sanidad pública que no hace mucho se consideraba modélica y ahora se degrada por falta de recursos y por una gestión política que en la Comunidad de Madrid sigue un patrón no declarado de debilitamiento de los servicios públicos y su supeditación a intereses privados.

Los profesionales sanitarios de Madrid llegaron a la movilización del domingo exhaustos por los recortes de la gran crisis de 2008, la sobrecarga de la pandemia y por tres meses de conflicto que personalmente les supone un enorme sacrificio en términos económicos. Llevan meses sin cobrar una nómina entera y sobrellevan altos niveles de tensión puesto que tienen que cubrir las ausencias en un sistema ya permanentemente saturado. Antes de las movilizaciones, un estudio del Colegio de Médicos de Madrid constataba que el 92% de los médicos de familia habían sufrido o sufrían agotamiento emocional. Tres meses de conflicto, sin recibir ni la respuesta ni la consideración que merecen sus demandas, han agravado un estado de ánimo exasperado. Convocada por la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, la gran afluencia de ciudadanos supuso para ellos una potente muestra de apoyo y un fuerte espaldarazo a sus reivindicaciones. Es también un aviso al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, que acusa ya un evidente desgaste, sin capacidad de empatía política ni social.

Entre los profesionales no hay ninguna confianza en que el proyecto piloto que se inició el 30 de enero en 22 de los 423 centros de salud pueda resolver las carencias. El plan prevé limitar a 34 pacientes por médico y 24 niños por pediatra el cupo máximo de visitas diarias. Pero la propuesta suscita un gran escepticismo entre profesionales y expertos, entre otras razones porque ese objetivo depende de que unos médicos agotados accedan a prolongar su jornada a cambio de un ligero aumento salarial. Si se tiene en cuenta que hay centros de salud en los que 10 médicos deben atender a los pacientes que antes se repartían entre 15, no parece que la medida pueda tener gran aceptación. Por otra parte, las condiciones que rigen en la sanidad madrileña difícilmente resultarán atractivas para retener a los 300 médicos de familia y pediatras que terminarán el MIR en mayo.

A diferencia de lo que ha ocurrido en otras comunidades, donde se ha negociado y se ha llegado a acuerdos, en Madrid no se vislumbra una salida al conflicto. Que la presidenta se haya negado a recibir a los representantes de los médicos y el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, no haya participado en ninguna de las reuniones de negociación indica la nula voluntad de entendimiento. El Gobierno de Díaz Ayuso ha vuelto a responder con un desprecio que los sanitarios de ningún modo merecen, como muestra la tramposa respuesta que la cuenta oficial de la consejería en Twitter ha dado a la elegante petición de apoyo a la sanidad pública formulada por la familia del cineasta Carlos Saura en la ceremonia de los Goya. La descalificación constante de las motivaciones de los sanitarios bordea el impúdico cinismo, denota una alarmante desconexión con la realidad social y una aguda insensibilidad hacia un problema que es de su competencia directa.

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