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TRIBUNA
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Lo de “chupársela al Coleta”

El PP debe entender de una vez que hay unos límites democráticos que es obligatorio respetar escrupulosamente para ocupar el espacio político que dice representar

Villar de Cañas
José María Saiz, alcalde de Villar de Cañas.
Nuria Labari

“Irene Montero tiene la boca llena de llagas de chupársela al Coleta”, sentencia el alcalde de Villar de Cañas (Cuenca), José María Saiz, del PP. Y lo hace en una entrevista de Javier Negre para el canal de YouTube Estado de alarma, con distribución mundial. Negre, que es un propagandista ultra de la derecha, no se inmuta ante este ataque y deja que el alcalde prosiga. “Los padres cuando somos jóvenes nos dicen: ‘Hijo, hinca los codos para estudiar’. Esa hincó las rodillas y fíjate, ministra”. Y como supondrán, poco después de que el vídeo circule por la Red, Alberto Núñez Feijóo censura al alcalde popular y asegura muy serio que “no todo vale en política”. Y yo, que he visto el vídeo, alucino. Porque lo cierto es que insultar a mujeres progresistas es un arma política que sí vale en ciertas formas de hacer política y que además funciona en el PP. De hecho, en el fondo, esa es la razón por la que José María insulta a Irene, porque sabe que funcionará entre “los suyos”.

Y sí, los de José María, son los del PP. No digo que sea Feijóo ni muchos de los votantes del Partido Popular, que estoy segura condenan estos comentarios. Pero lo cierto es que la derecha española, Partido Popular incluido, lleva demasiado tiempo flirteando con posiciones ultra y antidemocráticas. ¿Por qué lo hacen?, cabría preguntarse. Pero lo que yo me pregunto con espanto es: ¿cómo es que pueden hacerlo tan impunemente? Confieso que no puedo dejar de ver el vídeo, en bucle, buscando respuestas con precisión forense. Observo a esos dos hombres y me pregunto dónde y cuándo están. En qué país y en qué momento un alcalde de un partido político democrático de centroderecha podría permitirse unas declaraciones de este tipo. La pregunta parece fácil por evidente: esto es España 2023. Pero entonces la cuestión es más grave aún. Porque ¿qué es España en 2023? ¿Es esta nuestra democracia? ¿Qué entendemos aquí y ahora por democracia, por izquierda y por derecha?

Me doy cuenta de que democracia es una palabra muy grande y muy dulce, un poco como el algodón de azúcar de las ferias. Pero, igual que la chuchería, es también una palabra empalagosa. Una promesa tan pegajosa que llega a ser sucia. De hecho, es imposible terminarse una de esas nubes de glucosa sin caer en la decepción cuando eres niño o en la melancolía cuando eres mayor. La democracia de España 2023 es un poco igual. Promete deshacerse en nuestra boca pero termina manchándonos las manos. Porque, en el fondo, en España 2023 hay un alcalde que asegura que la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, accedió al cargo por practicar felaciones al entonces vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias. Y, mientras lo dice, sucede que un tercio de la población española está en riesgo de exclusión por pobreza y que los sueldos de los que más ganan multiplican entre 100 y 1.000 veces el Salario Mínimo Interprofesional. Lo dice en un país donde más de seis millones de personas sufren pobreza alimentaria por falta de recursos y donde las leyes que protegen la libertad de las mujeres (aborto) se demoran 13 años en el Constitucional. En España 2023 un alcalde del PP acusa a Irene Montero de “tener la boca llena de llagas de chupársela al Coleta” mientras la libre elección de centro educativo consiste en subvencionar a los centros católicos para sostener la educación religiosa en un Estado supuestamente aconfesional, mientras la atención primaria en ambulatorios lleva años bajo mínimos y de huelga en huelga sin que ninguna autoridad se ocupe realmente de ello y con el orgullo explícito del PP de Madrid ante el desmantelamiento de lo público.

En España 2023 un alcalde del Partido Popular humilla a una ministra del Gobierno por ser mujer y lo hace porque puede. Pero ¿por qué sabe él que puede?, me pregunto. Porque forma parte de su conversación cotidiana, porque él sabe que no es el único que dice esa clase de cosas, porque efectivamente es algo corriente entre “los suyos”, en su país y más concretamente en su partido. Y sabemos que en su partido piensan así porque Feijóo ha dicho que lo va a expedientar —debe de estar temblando el señor alcalde— mientras el alcalde sigue, la política sigue y el Partido Popular continúa, como si nada. Entonces me doy cuenta de que tiene razón Feijóo cuando dice que “no todo vale”. No vale que el Partido Popular siga diciendo en esta España 2023 que es un partido de centroderecha. Porque el Partido Popular debe entender, de una vez, que existen unos límites democráticos que es obligatorio respetar y cumplir escrupulosamente para ocupar el espacio político que dice representar. Y que fuera de esos límites, allí donde circulan tantos de los discursos y las políticas del Partido Popular, lo que no vale es hablar de democracia, ni de centro ni de derecha constitucional. Y en estos límites democráticos (que no ideológicos) incluyo las políticas sociales y la justicia distributiva para cualquier Gobierno que respete la soberanía popular. La justicia social no es “de izquierdas” sino de demócratas. De modo que, tal y como dice Feijóo, “no todo vale”. Solo añadir que ya va siendo hora de que se note. Falta poco las elecciones y sería un sueño que uno de los partidos más importantes del arco parlamentario pudiera estar a la altura de eso que en España 2023 llamamos centro, derecha y democracia.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.

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