Los famosos no violan
En lo referente a los delitos sexuales seguimos en un magma de impunidad que hace que se deba tener un coraje enorme para poner una denuncia
Ni los guapos, ni los ricos. Míralos, ¿cómo van a violar si son jóvenes y atractivos, si están buenos? O tienen tanto dinero que pueden comprar todo lo que quieran, incluso voluntades y silencios. Sigue extendida la absurda idea de que el que agrede sexualmente lo hace porque no puede tener relaciones consentidas. Es decir, los feos, los pobres y los anónimos del montón. Véase la estigmatización de los que no han sido agraciados con ninguno de los tres dones, véase también qué visión más perversa se tiene de las mujeres, que solo follamos porque el sujeto en cuestión es atractivo o por interés. De ahí la invención de la vomitiva erótica del poder. Nosotras usamos el sexo para obtener riqueza o relevancia pública, mientras que ellos la quieren precisamente para no tener que violar a nadie.
Esta visión nace de un malentendido, un error de base que, por lo que parece, sigue teniendo vigencia: suponer que la violación es un acto sexual cuando en realidad no es más que una cuestión de poder. Los violadores usan el sexo como forma de violencia porque en realidad su principal objetivo no es gozar, sino dominar, someter, humillar, denigrar a sus víctimas para sentirse superiores. Poner en entredicho la palabra de estas últimas cuando el que comete el delito es alguien con notoriedad pública es algo tan habitual que ya ni nos sorprende. Hasta el punto de que la mujer que denunció a Dani Alves va a tener que pagarse de su bolsillo la terapia que le cure las heridas que le habrá dejado su encuentro con el futbolista. Se sintió obligada a renunciar a la indemnización para ganar credibilidad. Recae sobre ella la obligación de demostrar que ha sido violada, mientras que al brasileño le salieron defensores desde el minuto uno (Xavi Hernández diciendo que le sabía mal por Dani, aunque luego se disculpó) y ya está contratando a los abogados de Pujol y de Messi. Y es que en lo referente a delitos sexuales seguimos en un magma de impunidad que hace que se tenga que tener un coraje enorme para poner una denuncia. No es difícil imaginar que sean muchas las que no ejerzan su derecho a pedir justicia temiendo la que les puede caer. Ser rico o famoso parece una dispensa. ¿Cómo no van a violar los depredadores en potencia cuando son estrellas reconocidas si creen que esta condición les da carta blanca para hacer lo que quieren con las mujeres?
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