Gamberros ilustrados
Los lectores escriben sobre el cruce de insultos en el Congreso, el Mundial de Qatar, las dificultades para hacer algunas gestiones y la situación de la Atención Primaria
Me asomo poco a programas de radio o televisión por la baja calidad y la bronca continua de unos y otros. En estos días he visto resúmenes de distintas intervenciones en el Congreso y he sentido vergüenza de los comentarios de políticos y periodistas de tendencia conservadora y de ultraderecha que insultan y menosprecian a todo el que no piense como ellos. Han llenado el Parlamento de excentricidades y menosprecio a personas e ideas. Una panda de gamberros que proyectan una imagen y un vocabulario que está calando en parte de la sociedad, que se vuelve por días más intolerante y agresiva. Se está creando un cisma que puede traer malas consecuencias, y todos somos un poco responsables de esta violencia verbal, política y editorial. Esta caza indiscriminada de comunistas, etarras y separatistas son actuaciones de una sociedad inculta que se apoya en antisistema y antidemócratas para crear totalitarismos que, igual que la covid, parecían descartados en una sociedad moderna. Las grandes tormentas no se forman de golpe; se generan poco a poco, y al final el daño es imprevisible. Algo está pasando y después no habrá remedio.
Santiago García Diéguez. Sevilla
Qatar y el boicot
Quienes se rasgan las vestiduras por la celebración del Mundial en Qatar me recuerdan al inolvidable capitán Renault de Casablanca, cuando el cínico representante de la ley exclama tras recibir un fajo de billetes de manos de un crupier: “¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo! ¡He descubierto que aquí se juega!”. Si vamos a boicotear a países por su poco respeto a los derechos humanos, deberíamos también boicotear sus fondos de inversión, que han convertido el fútbol europeo en una máquina de éxito y dinero.
Ibon Villelabeitia. Ginebra
La impotencia nos invade
Mi percepción, a pesar de la estupenda campaña Soy mayor, no idiota, es que nos siguen tratando como si lo fuéramos. Es prácticamente imposible que para cualquier gestión puedas hablar por teléfono con un ser humano; pulse, pulse, pulse un sinfín de números hasta que se corta la comunicación. Si te conceden un crédito, te obligan a contratar un seguro de vida, de salud o de coche que no puedes rechazar. En todas las citas te dan un plazo tan largo que cuando llega el día has resuelto el problema o ya no tiene solución. La situación de la sanidad pública nos arrastra a contratar un seguro privado, pero muchos no se lo pueden permitir. Sin embargo, todos los días recibes llamadas presionándote con ofertas maravillosas. ¿Y las contraseñas? Si se te olvida alguna, pierde toda esperanza, nadie te ayuda. Sabemos que no somos idiotas, pero la impotencia nos invade.
Carmen Varas Lerma. Madrid
19 días de espera
El 18 de noviembre, pedí una cita para mi médico de Atención Primaria. No debería ser algo notorio, salvo que he de esperar hasta el 7 de diciembre para que me reciba mi médico de cabecera. Son 19 días de espera, a no ser que me pueda permitir una consulta privada o acuda a Urgencias. Los pacientes, que lo somos todos en algún momento, tenemos dos opciones: callar y esperar que se solucione por generación espontánea o denunciarlo a través de todos los medios que tengamos a nuestro alcance.
José Solano Martínez. Cartagena (Murcia)
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