El selecto club del asesor político

La Generalitat de Cataluña está en crisis. Y ustedes dirán: vaya novedad. Desde 2017, no hay manera de lograr un poco de calma. El último episodio ha sido la ruptura del Govern que formaba ERC y Junts per Catalunya, que han preferido cortar a continuar, como una de esas parejas con mala salud de hierro. El divorcio en las redes ha despertado interés, pero nada comparable al de Tamara Falcó y el novio de apellido indeletreable. O a la performance de los jóvenes del colegio mayor de Madrid que piensan que gritar puta y zorra a una mujer aún tiene gracia.

La culpa del escaso éxito es nuestra: llevamos más de un lustro sometiéndoles a los vaivenes y días históricos catalanes. Mis disculpas. Pero en Twitter siempre hay quien encuentra la forma de darle una vuelta interesante. “Os pedimos un minuto de silencio por todo el talento juntaire [de Junts per Catalunya] que hoy deberá buscarse un trabajo de verdad”, escribió el viernes @paguetacat, tras la ruptura del Govern. En un hilo de 15 tuits, revisa la trayectoria de una serie de asesores, con sueldos galácticos y unos currículums sutiles y coriáceos, como una oreja de gato (perdónenme la pedantería planiana, siempre quise utilizarla), que ahora se han quedado fuera del Govern con la salida de Junts. Un dardo directo a la diana de la desafección política: es imposible leerlo sin ponerse de mal humor.

Explicó Kiko Llaneras en este diario, en un artículo titulado “¿Sabes como de rico eres?”, que la renta mediana en España está en 20.500 euros brutos anuales. Quien gana más de 44.000 euros al año se encuentra entre el 10% de las personas con más ingresos, y si se superan los 60.000, se entra ya en el 5% de afortunados. La mayoría de las personas citadas en el hilo de @paguetacat están por encima del último grupo: o sea, riquísimos del selecto club de los asesores políticos, según la escala propuesta por Llaneras.

No todo en esta vida es el dinero, pero vaya si todo depende del dinero. La inflación está disparada, el tipo de interés de las hipotecas sube día a día, los Gobiernos animan a buscar soluciones imaginativas para reducir el consumo energético… Se ha puesto de moda el coliving, el cocooning, el nesting y otros tantos anglicismos para no llamar a las cosas por su nombre: no independizarse, no vivir solo, no irse de vacaciones, no salir a cenar el fin de semana… Lo que sea para que no se note que las colas del hambre crecen, que se vive con sueño para trabajar y cumplir, pero que ni así se llega a final de mes con fruta fresca y verdura en la despensa. Eso si hay suerte y no se sufre por tener un techo bajo el que dormir cada día.

El pasado 4 de octubre, el diputado Gabriel Rufián declaró: “Que la política sea remunerada es una victoria de la clase trabajadora”. Se entiende lo que quería decir el representante de ERC: antes era un coto vedado únicamente a quien no necesitaba cobrar. Pero la reacción al tuit de eldiario.es, que recogía sus palabras, supone también una muestra de lo que piensan muchos usuarios de Twitter y de fuera de la red social: ese privilegio antaño para ricos ahora está reservado en demasiadas ocasiones a personas con perfiles mediocres agarradas a la militancia política y el enchufismo para escalar, y vivir con unas condiciones muy por encima de los ciudadanos a los que representan, para los que legislan y gobiernan.

Los comentarios al hilo de @paguecat son solo una confirmación más.