_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Transferir el dolor de cabeza

A medida que hablaba con él, me fui dando cuenta de que mi malestar era suyo, aunque había logrado trasladármelo de algún modo diabólico

Juan José Millás
Carol Yepes (Getty)
Juan José Millás

Me levanté con un dolor de cabeza que no era mío. Distingo los míos a distancia y jamás he intentado quitármelos de encima echándoselos a otro. Pero el dolor de aquel miércoles pertenecía a una cabeza ajena y en consecuencia no funcionaron los remedios que suelo utilizar para aplacar los propios. A media mañana me telefoneó mi hermano Diego. Quería saber cómo estaba, lo que me sorprendió muchísimo, pues jamás se ha interesado por mi salud, pese a ser el mayor, lo que en nuestra cultura familiar implica responsabilidades. A medida que hablaba con él, me fui dando cuenta de que mi dolor de cabeza era suyo, aunque había logrado trasladármelo de algún modo diabólico. Quizá, pensé, me llamaba porque se sentía culpable o quizá para ver si a mí me hacía tanto daño como a él.

Le dije que me encontraba bien, incluso muy bien. “Llevaba varios días”, añadí, “con dolor de cabeza, pero hoy precisamente se me ha quitado”. “¿Seguro que no te duele?”, preguntó inquieto. “Segurísimo”, respondí, “es imposible que te duela la cabeza sin que te des cuenta de ello”. Seguimos hablando un rato de esto y de lo otro y a medida que hablábamos la migraña regresaba misteriosamente a su cabeza. En un momento, él intentó cortar la conversación, porque se dio cuenta de lo que ocurría, pero logré mantenerlo pegado al teléfono hasta que se la traspasé del todo. Cuando colgué, me encontraba pletórico. Salí al parque a dar un paseo y disfruté con intensidad del aire limpio, del ir y venir de los pájaros y del alboroto de los peces del estanque, a los que arrojé una comida especial que guardo para ellos.

Pensé, no obstante, en el hecho curioso de que determinados dolores de cabeza pudieran transferirse a otros y ayer creo que logré cederle uno a mi terapeuta, que al término de la consulta presentaba el mal aspecto que tenía yo al comenzarla.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_