El país de los extraños suicidios
Esperemos que las escuelas de negocios no se tomen esto como una nueva forma de renovar las cúpulas empresariales, pero lo que está ocurriendo en Rusia rompe cualquier esquema sobre las teorías de liderazgo
Esperemos que las escuelas de negocios no se tomen esto como una nueva forma de renovar las cúpulas empresariales, pero lo que está ocurriendo en Rusia rompe cualquier esquema sobre las teorías de liderazgo. Son tantas las muertes de altos cargos rusos por suicidio y otras formas difíciles de explicar, tiene tal dimensión la autopurga en la que parecen inmersos, que uno pensaría que se han confabulado para dar paso con eficacia a nuevas generaciones de patriotas. Stalin y Beria no lo habrían hecho mejor.
El presidente de Lukoil se ha tirado por la ventana de un hospital de altos cargos (el mismo en el que ha muerto Gorbachov) seis meses después de pronunciarse contra la invasión de Ucrania. Otros cinco directivos de Gazprom se han suicidado desde que comenzó la guerra. La epidemia en cuestión, esta especie de covid-22 que afecta especialmente a ejecutivos de la banca y la energía rusos, se cobró una víctima incluso en Lloret de Mar, donde un antiguo cargo de la gasista Novatek fue hallado ahorcado en el mismo escenario en que su mujer y su hija murieron apuñaladas. En España, sí. Y no es el único que se ha llevado por delante a su familia.
“Defendemos el cese inmediato del conflicto armado. La junta directiva de Lukoil expresa su preocupación por los trágicos eventos en curso en Ucrania y da su más sentido pésame a todos los afectados por esta tragedia”, rezó el comunicado de Lukoil el 3 de marzo, días después de iniciarse la invasión. Varios altos cargos de esta petrolera dimitieron y otro de ellos murió por “insuficiencia cardíaca aguda” en casa de un brujo. Y ahora se suicida el presidente.
La disensión es uno de los síntomas agudos que puede desembocar en muerte en esta covid-22. Precisamente para prevenirla, Putin ha impuesto el izado de bandera y la asignatura de patriotismo en los colegios, donde los niños aprenderán que los habitantes de Donbás son rusos a los que hay que socorrer, la guerra es una “operación especial” para hacerlo y, los soldados rusos, héroes dispuestos a morir por Rusia, como debe ser.
En el lejano año de 2001, Mijaíl Gorbachov me dijo en una entrevista que Rusia había aprendido de sus errores. “No se puede imponer por la fuerza ningún gobierno a un territorio. Nosotros hemos aprendido de aquellas lecciones”. Lástima que aquellas lecciones sean sustituidas por otras. Y que la muerte natural deje paso al impulso suicida de tantos discrepantes.
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