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tribuna
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Escenarios de Brasil: catástrofe, golpe o dificultad extrema

Si en el pasado Lula representó la esperanza, hoy solo representa la esperanza de derrotar a Voldemort

Manifestación contra el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Manifestación contra el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.Europa Press/Contacto/Cris Faga (Europa Press/Contacto/Cris Faga)
Eliane Brum

El sondeo más reciente del Instituto Datafolha muestra que, si las elecciones tuvieran lugar hoy, Lula ganaría en la primera vuelta. Es lo que muchos desean, por entender que a Jair Bolsonaro le resultaría más difícil ejecutar el golpe de Estado que prepara y anuncia por si pierde. El problema para Lula —y para cualquier brasileño que aprecie la democracia— es que el mejor escenario sigue siendo muy malo.

Si Bolsonaro gana en octubre, lo que está lejos de ser imposible, será una catástrofe. Si en menos de cuatro años el actual presidente ha desmantelado lo mejor que la democracia ha construido en los últimos 40, hasta el más pesimista tendría dificultades para anticipar el terror de un segundo mandato. Bolsonaro ha demostrado que su capacidad de destrucción es mayor de lo que sus críticos preveían. Brasil se acerca a las elecciones con 33 millones de personas en situación de hambre. Si Bolsonaro pierde y da el golpe de Estado que prepara y anuncia, en un país donde el número de armas en manos de civiles se ha cuadruplicado durante su gobierno, será un horror con consecuencias difíciles de prever. El mejor escenario es la elección del único candidato capaz de vencerlo —Lula— y este es el sentimiento que indican los sondeos.

El problema es el día siguiente. Y quien mejor lo ha encarnado es la cantante Anitta, la artista brasileña más popular hoy. Después de anunciar en sus redes sociales que votaría a Lula, el Partido de los Trabajadores (PT) intentó utilizar su imagen para impulsar otras candidaturas. Anitta lo petó: “Atención candidatos del PT, atención PT. Yo NO SOY de vuestro partido. No autorizo el uso de mi imagen para promover a este partido y sus candidatos. Lo que pretendo es que más gente se implique y dar más visibilidad a la persona que tiene más opciones de ganar a Voldemort [haciendo referencia al villano de Harry Potter para nombrar a Bolsonaro]”.

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Una parte de los que votarán a Lula solo lo harán, como Anitta, porque es la única opción de derrotar a Bolsonaro. No es un voto de confianza o de adhesión al proyecto del PT, sino un voto anti-Bolsonaro. Para conseguirlo, Lula busca conciliar lo inconciliable, tejiendo alianzas con quienes votaron a favor del impeachment de Dilma Rousseff y con notorios destructores de la Amazonia. El propio candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, cuatro veces gobernador de São Paulo con un proyecto de derechas, tiene un historial que da escalofríos, que incluye violencia contra estudiantes en manifestaciones y masacre de sintechos, sin contar con el hecho de ser padrino político de Ricardo Salles, que con Bolsonaro se convirtió en el peor ministro de Medio Ambiente de la historia.

Juntar a gente que no consigue estar en la misma sala quizás sea la única forma de derrotar a Bolsonaro, pero sin duda es una perspectiva complicada para gobernar un país arruinado. Al día siguiente a la posible victoria, la única base para la alianza circunstancial de muchos —derrotar a Bolsonaro— se deshará. Solo quedará un presidente con un pensamiento envejecido, que ya no representa una utopía de futuro y estará atado a aliados peligrosos. Si en el pasado Lula representó la esperanza, hoy solo representa la esperanza de derrotar a Voldemort. Ser brasileño y ser demócrata hoy es desear —y mucho— que el futuro sea de dificultad extrema.


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