_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Porteña

Buenos Aires, pese al brote de renovadas especies trumpistas y a los estragos pandémicos, sigue siendo una de las ciudades más hermosas del mundo

Manifestación contra las medidas económicas del Gobierno, el 12 de mayo en Buenos Aires.
Manifestación contra las medidas económicas del Gobierno, el 12 de mayo en Buenos Aires.AGUSTIN MARCARIAN (REUTERS)
Marta Sanz

La pandemia interrumpió viajes transatlánticos que habían sido frecuentes para mí. Pero me invitaron a la Feria del Libro de Buenos Aires y no dudé. Había olvidado las colas de facturación, los magreos de seguridad, el precio desorbitado de una botella de agua… También hay comportamientos novedosos: una mujer saluda al sobrecargo “¡qué lindo volver a viajar!”. La feria de Buenos Aires comenzó con un discurso de Saccomanno crítico con el sector editorial. Se celebró un homenaje a Almudena Grandes en una sala para 80 personas. El fenómeno booktuber contó con un espacio para mil. También lo ocupó, al grito de “¡libertad, carajo!”, Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, que sortea su sueldo como diputado. 200.000 pesos. Hay quien lo llama ultraderechista; otros lo incluyen en la categoría de la derecha libertaria. En España hay mucha. Él dice que es “anarcocapitalista” o “liberal libertario”. Milei lo petó en la feria mientras el movimiento piquetero paralizaba el centro de Buenos Aires para pedir medidas asistenciales al Gobierno de Fernández, y un taxista nos contaba que las ayudas engolfan a la gente que no quiere trabajar. Los que laburan de sol a sol como él se sienten perjudicados y ven en Milei a uno de esos tipos, honestos y originales, que vienen a corregir los modos de una política —de derecha o izquierda— siempre corrupta. El taxista olvida que “la libertad, carajo” solo es libertad para quien se la puede pagar y elegir el equipo quirúrgico que le trasplantará el riñón cubierto de oro extirpado de un niño pobre. No es una libertad basada en la justicia social. Es una “libertad, carajo” de mierda. Libertad de textura semejante a la esgrimida por Vargas Llosa: “Entre el payaso de Bolsonaro y Lula da Silva, me quedo con el primero”. Se queda con el “resfriadito”, las fosas comunes, la devastación de la Amazonía, el esclavismo que impera en ciertas partes de Brasil, el exilio de Marcia Tiburi que escribió Cómo conversar con un fascista y tuvo que salir corriendo. La libertad de Tiburi no sería una “libertad, carajo”, sino una libertad de conciencia lúcida para entender que sin igualdad y derechos humanos, no hay libertad que merezca ese nombre.

Milei sortea su sueldo y, en esa pose chulesca, se coloca por encima fingiendo que va al lado: da limosna, imposta una irreverencia que subraya usos y costumbres de un menemismo para él admirable, desprestigia prácticas políticas honradas que no provengan de clases poderosas que se pueden permitir regalar un sueldo, aristocratiza el poder, bloquea el acceso a la representatividad institucional de las clases no dominantes, dinamita convivencia y democracia, aviva demagógicamente hogueras de una clase media, víctima de una inflación brutal, que quiere sentirse ganadora no solo en la cancha de fútbol. Por lo menos, en Argentina la energía está subvencionada. El neoliberalismo —también el libertario— funciona igual en todo el mundo: dar algo gratis es un desperdicio porque la gente no valora lo que no paga. Me acuerdo de las muertes por brasero tóxico y lo tontos que son, según el presidente de Iberdrola, los que pagan la tarifa regulada. Por lo demás, Buenos Aires, pese al brote de renovadas especies trumpistas y a los estragos pandémicos —en Florida casi solo quedan arbolitos que ofrecen “cambio, cambio”—, sigue siendo una de las ciudades más hermosas del mundo.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Marta Sanz
Es escritora. Desde 1995, fecha de publicación de 'El frío', ha escrito narrativa, poesía y ensayo, y obtenido numerosos premios. Actualmente publica con la editorial Anagrama. Sus dos últimos títulos son 'pequeñas mujeres rojas' y 'Parte de mí'. Colabora con EL PAÍS, Hoy por hoy y da clase en la Escuela de escritores de Madrid.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_