Plan de Recuperación, año 1

España formalizó la semana pasada la solicitud para el desembolso del segundo tramo de los fondos Next Generation que financian el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Con esa solicitud ante la Comisión Europea se añadirán 12.000 millones de euros a los 19.000 que Bruselas ha transferido hasta la fecha. España ha vuelto a ser el primer país de la Unión Europea en activar el segundo pago semestral, como ya lo fue a la hora de recibir la aprobación formal del plan y en recibir el primer pago.

Pese a unos inicios titubeantes, la ejecución del plan empieza a tomar velocidad de crucero. Los primeros resultados apuntan a una plena madurez del instrumento en este 2022. De los 26.000 millones presupuestados el año anterior, la ejecución real ha ascendido solo a 6.500 millones, pero no es una cifra desdeñable, ya que los fondos comenzaron a estar disponibles solo en el último trimestre. Será a lo largo de este ejercicio cuando el dinero aún pendiente empiece a llegar a la economía real, justo ahora que el ritmo de la recuperación parece haberse frenado ante la enorme incertidumbre causada por la guerra en Ucrania. Para hacernos una idea de las magnitudes que suponen estas inversiones, solo los nuevos fondos solicitados (12.000 millones) suponen casi la mitad de la inversión pública anual de antes de la pandemia.

El informe enviado a Bruselas recoge las reformas aprobadas tras el primer tramo, como la reforma laboral, las leyes concursales, la ley de startups, o la ley de cambio climático, todas ellas incorporadas en el programa. Incluye también la descripción de las convocatorias en marcha, el destacado papel de las comunidades autónomas en la gestión del instrumento, los fondos destinados a las pequeñas y medianas empresas y anuncia la próxima aprobación de dos nuevos Proyectos Estratégicos de Transformación (Perte), con el fin de impulsar la economía social de los cuidados y la implantación de una industria de microchips. Los dos proyectos se suman a los nueve Perte (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) ya aprobados, con los que el Gobierno espera activar la inversión privada en el ámbito del vehículo eléctrico, la salud, las energías renovables, el sector agroalimentario, la nueva economía de la lengua, la economía circular, el sector naval, el aeroespacial y la digitalización del ciclo del agua.

Con todo, el informe y la propia ejecución muestran que está siendo muy limitada la función anticíclica de los fondos. Su impacto en el crecimiento económico de 2021 fue escaso y por debajo de los dos puntos de crecimiento de las primeras estimaciones. El Plan de Recuperación se ha convertido más en un paquete de apoyo a las reformas estructurales para mejorar la economía a largo plazo que en una respuesta a las crisis sucesivas que vienen sufriendo las economías europeas. Esa constatación puede hacer necesario plantear una reprogramación de los proyectos para asegurar un mayor impacto en el medio plazo, en particular si la alta inflación actual reduce el efecto de arrastre de los fondos.