El Ejército de los generales muertos
La incompetencia militar rusa no explica tan solo las barbaridades de sus soldados en su trato con la población civil, sino también el persistente recurso a la acción de los bombardeos
La guerra sumerge a quienes la libran en las tinieblas. Sabemos cómo empieza, pero nunca como termina. Sobre el campo de batalla cae la niebla, que impide orientarse y divisar la disposición del enemigo. Una vez comprometidos en el combate, los comandantes deberán contar con su propia resolución para superar la fricción terrible que sufre cualquier fuerza al entrar en contacto con la áspera realidad del fuego hostil, en una geografía y una meteorología imprevistas.
La mayor sorpresa la ha proporcionado el Ejército ruso. Vladímir Putin se ha llevado varias y todas desagradables: la fortaleza del Ejército ucranio, la resolución del presidente Volodímir Zelenski, la unidad de los aliados… Pero la peor se la ha proporcionado su propio Ejército en la fracasada ofensiva sobre Kiev, un auténtico desastre logístico, estratégico y también moral. Sus tropas, escasamente motivadas y mal abastecidas, se han hundido en una orgía atroz de destrucción y muerte que ha dañado internacionalmente la imagen del Kremlin, estimulado la resolución de los aliados de Kiev en el suministro de armas y en las sanciones y situado a las autoridades rusas en el punto de mira de la Corte Internacional de Justicia.
En la guerra todas las noticias son falsas. Lo dicen los manuales. La verdad deberá esperar a que callen las armas. Entonces se conocerá la catástrofe militar entera, detectada ya en las filas rusas, el detalle de las matanzas dolosas de civiles o también la corrupción de los mandos, que explica muchas deficiencias en la preparación, el armamento, la conducción y el comportamiento de la tropa. De momento, suscita la atención la cantidad de bajas sufridas por las huestes putinistas y en especial la lista insólita de diez generales caídos en combate, interpretada por muchos observadores como un síntoma del pésimo funcionamiento de la cadena de mando, de forma que el máximo responsable debe exponerse para garantizar que las tropas sigan sus órdenes.
Las malas noticias afectan incluso al máximo responsable militar, el general Valeri Gerasimov, autor intelectual de la doctrina sobre la guerra híbrida aplicada desde 2014 con la invasión de Crimea y la insurrección secesionista prorrusa en el Donbás. Junto a Putin y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, este general tiene también bajo su responsabilidad la autorización del arma nuclear, y esta pasada semana ha sido noticia porque fue dado por muerto primero y luego por herido tras un ataque ucranio a una posición rusa en la que se hallaba en aquel momento de inspección.
La incompetencia militar rusa no explica tan solo las barbaridades de sus soldados en su trato con la población civil, sino también el persistente recurso a la acción de los bombardeos, que permiten destruir todo lo que no se puede conquistar. “¿Por qué deberíamos tener un buen Ejército si en este país todo es disfuncional y está obstaculizado por el nepotismo, el servilismo y la sumisión?”, se ha preguntado el oligarca Oleg Tinkov, antes de huir y caer en desgracia.
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