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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hay que abaratar la luz

La cumbre europea no puede fracasar en su deber de asegurar el suministro y los precios asequibles de la energía

Iluminación en un establecimiento.
Iluminación en un establecimiento.JAVIER BELVER (EFE)
El País

La cumbre europea que hoy se inicia en Bruselas se prevé de mayor cuantía: por la asistencia del presidente Joe Biden y sus efectos simbólicos y prácticos en las relaciones EE UU-UE, revitalizadas tras la agresión rusa a Ucrania. Y por las decisiones que debe enhebrar sobre los precios y el suministro de la energía, el doble asunto que provoca enorme inquietud y grandes dificultades en nuestras sociedades.

Varias de las opciones que plantea la Comisión son útiles para garantizar el suministro. Sobre todo tras la amenaza de Vladímir Putin conducente a que los países “hostiles” con su invasión de Ucrania le paguen el gas con rublos en vez de euros, como venían haciéndolo, lo que supondría romper de facto las sanciones que pretenden evitar las transacciones con el Banco Central de Rusia.

La negociación conjunta de la Unión en la compra de carburante a terceros, que España propuso hace meses, puede no solo garantizar un mejor aprovisionamiento, sino también a mejor precio. Junto a la utilización intensiva de la capacidad de almacenaje para el próximo invierno y la aceleración de las interconexiones pendientes y de las energías renovables, ya enfocadas en la anterior propuesta de Bruselas, esta medida puede ser un avance en el camino de la soberanía energética europea, la asignatura largamente olvidada durante los años de bonanza.

El intento de contrarrestar la escalada de precios, agudizada desde la invasión de Ucrania, generará más debate. Sobre todo entre los países del Norte y los del Sur. Para estos —cuya sintonía y movilización deben bastante a la constancia con que España ha defendido desde el pasado septiembre un vuelco al sistema de precios de la luz—, la mejor solución sería sin duda el total desacoplamiento entre los precios rampantes del gas y los crecientes de la electricidad.

Y lo sería porque el mecanismo comunitario de fijación de estos últimos —el de precios “marginalistas” por el cual el valor de la fuente más cara, en este caso, el de la electricidad producida con gas, se extiende al resto— quizá fuese adecuado en épocas normales. Pero en tiempos de turbación ha demostrado su inoperancia, derivando en una caricatura que multiplica innecesariamente el precio de la luz. Lo que rememora otros mecanismos inflexibles, como el del austericida Pacto de Estabilidad fiscal cuando la Gran Recesión.

La excusa de que “el mercado interior” energético exige reflejar sin más los precios para incentivar el ahorro y las renovables es ínfima. Cuando los precios se vuelven “irracionales”, y el mercado deja de funcionar, hay que intervenir y corregirlo, como subraya el liberal primer ministro belga, Alexander de Croo. Además, ese mercado interior será interior, pero poco mercado, pues ni su productos circulan por todo el territorio, ni sus estructuras productivas ni comerciales se asemejan: es solo un mercado en construcción, y por tanto más modulable.

Puesto que está casi descartada la opción óptima de la fijación temporal de un tope absoluto de precios, otra medida puede tener efectos equivalentes para rebajar la factura final: la limitación del precio ofertado en el mercado mayorista por las empresas que queman gas. Reduciría en cascada el precio minorista.

Los mandatarios reunidos en Bruselas no pueden olvidar que el objetivo prioritario debe ser reducir la factura a familias y empresas, y no mantener a toda costa el mecanismo marginalista. Pero este mecanismo importa mucho a los países del Norte, por lo que urge un consenso viable. Si se logra habría que combinarlo con las compensaciones exigibles a las empresas eléctricas por sus “beneficios caídos del cielo” (200.000 millones de euros, según Bruselas). La suma de todas estas flexibilizaciones sí mejoraría mucho el casi-mercado interior energético europeo.


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