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Putin exige a Europa que pague el gas en rublos

Moscú busca reabrir el grifo de las divisas extranjeras que las sanciones occidentales han cortado

UE guerra Ucrania
Instalaciones en Lubmin, en Alemania, del gasoducto Nord Stream 2, impulsado por la rusa Gazprom y ahora mismo paralizado por la invasión de Rusia a Ucrania.SeanGallup (Getty Images)

El Kremlin apunta al punto débil de Occidente: las importaciones energéticas. El presidente ruso, Vladímir Putin, obligará a los países que sancionaron a sus bancos a que compren rublos para poder pagar el suministro de gas y petróleo. El mandatario ha ordenado que la medida afecte a todos los “países hostiles” a su Gobierno, entre los que está incluida España como miembro de la Unión Europea. “Algunas naciones occidentales han adoptado en los últimos días varias decisiones ilegítimas sobre la congelación de activos rusos. En realidad, el colectivo occidental ha marcado una línea en la fiabilidad de sus divisas, ha acabado con la confianza en ellas”, ha afirmado Putin este miércoles durante una reunión con varios miembros de su Gobierno.

Más allá del golpe político de obligar a los países que han aislado al sistema financiero ruso a volver a tratar con él para poder adquirir los hidrocarburos, la iniciativa del Kremlin busca reabrir el grifo de divisas extranjeras que las sanciones occidentales ha cortado de raíz tras la invasión rusa de Ucrania. Con esta medida, los clientes de Gazprom se verán obligados a pasar por caja y cambiar euros y dólares por rublos, con un cambio más favorable para el Kremlin. La maniobra se interpreta como un órdago que pretende debilitar el efecto de las sanciones impuestas por Occidente y genera dudas sobre si Rusia puede cambiar unilateralmente contratos de suministro en vigor.

El anuncio de Putin fue recibido con una notable revalorización del rublo, aunque los mercados cerraron finalmente con un tipo de cambio de 112 rublos por euro, apenas un fortalecimiento del 1,7% respecto al día anterior. El anuncio de Moscú también disparó la cotización de gas y petróleo en los mercados internacionales.

La primera respuesta procedente del bloque comunitario, que adquiere entre el 40% y el 50% de su gas del país eslavo, ha llegado de Alemania. Berlín, uno de los principales clientes del gas ruso, calificó de “violación de contrato” la decisión de Vladímir Putin de exigir el pago de las importaciones de hidrocarburos rusos en rublos. La dependencia energética de Alemania de los hidrocarburos rusos es una de las más elevadas del bloque. Más de la mitad del gas que consume su potente industria y con la que se calientan las calefacciones de sus 83 millones de habitantes se importa de Rusia; y ocurre lo mismo con más de un tercio del petróleo.

El ministro de Economía, Robert Habeck, de Los Verdes, aseguró en una rueda de prensa este miércoles que el anuncio demuestra, una vez más, que Rusia “no es un socio fiable” y adelantó que Berlín va a tratar con sus socios europeos una respuesta común al anuncio de Moscú. Los líderes de la Unión celebran este jueves y viernes un Consejo Europeo en Bruselas en el que se debatirá el próximo paquete de sanciones para seguir aislando a Moscú. Los mandatarios europeos tendrán que decidir también si cumplen con las nuevas exigencias de Putin o se arriesgan a seguir pagando como hasta ahora.

Una fuente del Gobierno polaco citada por Reuters también calificó de incumplimiento de los contratos vigentes la exigencia de Putin y anunció que Polonia no tien intención de firmar nuevos contratos después de que venza el actual a finales de este año. El primer ministro holandés, Mark Rutte, aseguró durante un debate parlamentario que en los contratos está estipulada la moneda en la que se hace el pago, por lo que “no es algo que se pueda cambiar sin más”.

Mientras tanto, la vía diplomática con el Kremlin sigue abierta. El canciller alemán, Olaf Scholz, volvió a hablar por teléfono con Putin este miércoles por la tarde. Su portavoz resumió la llamada con una frase: “El canciller ha instado al presidente ruso a un alto el fuego y una mejora de la situación humanitaria lo antes posible”. Scholz habló también con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski.

Entre otras medidas de castigo por la guerra, las naciones occidentales, incluida Suiza, congelaron los cientos de miles de millones de dólares del fondo en divisas extranjeras que tenía el Kremlin para situaciones de emergencia, y a esto se han unido diversas sanciones más, como la confiscación de bienes de oligarcas en sus territorios y la retirada de Visa y Mastercard de la banca rusa. Como respuesta, una de las primeras medidas de Moscú fue obligar a las empresas exportadoras a convertir en rublos el 80% de sus ingresos en otras monedas.

El presidente ruso ha dado ahora una semana de plazo al Gobierno de Mijaíl Mishustin y al Banco Central del país para idear la forma en que los “países hostiles” podrán cambiar sus divisas por rublos. “Rusia continuará suministrando gas natural de acuerdo con los volúmenes y precios fijados”, dijo Putin, “aunque los cambios solo afectarán a la moneda de pago, que se cambiará a rublos rusos”. “A diferencia de algunos socios, valoramos nuestra reputación comercial como proveedor fiable”, añadió el mandatario. “Suministrar nuestros productos a la Unión Europea y a Estados Unidos y recibir el pago en dólares, euros u otras monedas no tiene ningún sentido para nosotros”, afirmó.

Alemania es uno de los países que hasta ahora se ha opuesto a imponer un embargo al gas ruso, al contrario de lo que han decidido Estados Unidos y el Reino Unido, mucho menos dependientes de las importaciones energéticas de Moscú. Berlín trata de reducir lo más rápido posible su dependencia buscando proveedores alternativos y acelerando la construcción de regasificadoras en su territorio para poder importar directamente gas natural licuado (GNL). Este miércoles el canciller, Olaf Scholz, reiteró en un discurso en el Parlamento alemán que Alemania no puede permitirse cortar el grifo del gas y el petróleo rusos de un día para otro porque su economía entraría en recesión. Un día antes de la crucial reunión en Bruselas, la poderosa Federación de la Industria Alemana (BDI) emitió un comunicado reiterando el mensaje del canciller. “La industria alemana advierte a los países europeos en contra de reacciones precipitadas de consecuencias incalculables”, aseguró su presidente, Siegfried Russwurm.

“Lo primero que va a hacer todo el mundo es mirar la letra pequeña, porque por ahora solo tenemos el anuncio de Putin”, asegura Carsten Brzeski, economista jefe de ING en Alemania. El término empleado por Habeck “insinúa el hecho de que no hay contrato oficial entre Gobiernos sino entre empresas y que las condiciones de ese contrato no se pueden cambiar sin más”, añade. Si Putin lleva a cabo lo anunciado y compañías como Gazprom bloquean el pago en euros o en dólares, “en Alemania se considerará una provocación y una maniobra ofensiva”. “La pregunta ahora es si Alemania dejaría entonces de importar gas ruso o si cumplirá las nuevas condiciones impuestas por Putin”, afirma el experto en un correo electrónico.

El director de la sociedad de inversión rusa LokoInvest, Dmitri Polevoi, publicó un análisis en su canal de Telegram en el que asegura que la modificación de los contratos a rublos “supondrá cargas adiciones que recaerán sobre los compradores de gas”. “Además, el resto de dificultades podrían afectar temporalmente al volumen de exportaciones”, agregó el analista. Es decir, Europa podría recibir menos suministros de los esperados a corto plazo.

El golpe de efecto pierde fuerza si se tiene en cuenta que tanto Estados Unidos como la Unión Europa ya habían hecho público que se preparan para no depender de los recursos energéticos del Kremlin. La Casa Blanca prohibió la importación de gas y petróleo rusos el pasado 8 de marzo. El presidente Joe Biden reconoció entonces que esto encarecería su consumo, pero aseguró que “defender la libertad tendrá un coste”. Por su parte, la presidenta de la Unión Europea, Ursula Von der Leyen, instruyó a los países miembros a no importar energía rusa a partir del año 2027.

Precisamente uno de los grandes proyectos de Berlín y Moscú de la última década, el gasoducto ruso-germano Nord Stream 2, ha sido uno de los principales motivos de discordia dentro de la Unión Europea. El proyecto enfrentó incluso a Alemania con Estados Unidos hasta que el reconocimiento por parte de Putin de las repúblicas separatistas ucranias de Donetsk y Lugansk el pasado 21 de febrero provocó un giro de 180 grados en Berlín. La capital que hasta ahora había sido la gran valedora de las relaciones comerciales con el Kremlin paralizó el proyecto. Un par de semanas después, la constructora de la canalización, por la que nunca pasó una molécula de gas, se declaraba en quiebra.

Por su parte, España podría notar el encarecimiento de la energía por el impacto de esta medida en los mercados aunque no dependa directamente de Rusia. Según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Energéticos (CORES), un 8,9% del gas importado por España en 2021 procedía del país eslavo.



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