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DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO
Tribuna
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Un legado para la libertad de las mujeres

No pasaron ni 24 horas de la decisión de la Corte Constitucional sobre el aborto para que se desatara una cascada de afirmaciones falsas y promesas de campaña para destruir lo alcanzado

La vocera del movimiento Causa Justa, Ana Cristina González.
La vocera del movimiento Causa Justa, Ana Cristina González.Victoria Holguín de Causa Justa

Poniendo a Colombia a la vanguardia de América Latina y del mundo, la Corte Constitucional de Colombia resolvió el pasado 21 de febrero la demanda que interpusiera en el 2020 el Movimiento Causa Justa con el fin de eliminar el delito de aborto del Código Penal, y que el alto tribunal tuvo en sus manos durante más de 500 días.

El fallo contenido en la Sentencia C-055 de 2022 determina que no hay delito de aborto hasta la semana 24 de la gestación y que a partir de ese plazo operan las tres causales que se habían creado en el 2006. Hasta ese año Colombia era uno de los pocos países en donde el aborto estaba totalmente prohibido, por lo que cualquier mujer que quisiera abortar debía hacerlo de forma clandestina y muy probablemente insegura arriesgando su vida, su salud y su dignidad. Era el resultado de vivir en una sociedad que daba más valor a la vida en gestación que las mujeres y sus derechos. Habían pasado 70 años para que las mujeres pudieran interrumpir un embarazo en tres circunstancias.

Durante estos 16 años, las organizaciones feministas hicieron esfuerzos ingentes para que se implementaran las tres causales y desde La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres por ejemplo, se acompañó a las mujeres que experimentaban barreras, pudiendo constatar con ello y con otros estudios que desde allí se impulsaron, que la mayoría de abortos en Colombia seguían siendo ilegales, que a las mujeres se las criminalizaba y que las barreras de acceso se sostenían en la existencia -y amenaza- del delito de aborto. Así que 5 organizaciones feministas presentaron una nueva demanda si bien tuvieron que pasar más de 500 días para que las mujeres puedan interrumpir el embarazo según sus propias razones sin sentir la amenaza del delito. Esto porque los grupos de derecha y los conservadores que se han opuesto a los derechos de las mujeres, y que no ofrecieron en todo este tiempo un solo argumento que enriqueciera la conversación pública, se dedicaron a empantanar el proceso con trabas procesales.

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Y en cambio no pasaron ni 24 horas para que se desatara una cascada de afirmaciones falsas y promesas de campaña para destruir lo alcanzado y volver a la prohibición que teníamos hace casi un siglo. Un avance en materia de derechos seguido de una amenaza violenta de retrocesos. Y en un instante salió a relucir la misoginia que ridiculiza o minimiza la capacidad de las mujeres como sujetos morales plenos, afirmando que esa libertad es excesiva o que todas van a salir a abortar en la semana 24.

Pero mientras, cientos y miles de mujeres celebraban que la Corte al fin reconociera su autonomía reproductiva, haciéndolas libres y más iguales; y celebraban con ella muchos hombres, sus hijos, sus madres. Y celebraban ellas por sus hijas, que no tendrán que enfrentar lo que sus madres o abuelas cuando abortaron indignamente. Así que ahora tenemos el inmenso desafío de hacer realidad el fallo de manera que con su implementación cada vez más mujeres lleguen tempranamente a interrumpir el embarazo cuando hayan decidido hacerlo, y que también las más vulnerables, ese escaso 1% que por razones siempre dramáticas o dolorosas va a hacerlo más adelante, estén protegidas por el Estado.

Porque la lucha por la libertad es en este siglo tan definitiva, necesaria y difícil como lo fueron en su momento la lucha por el voto, la educación o el divorcio. Y así como ninguna mujer joven hoy se pregunta si podría divorciarse, votar o educarse, ninguna más tendrá que hacerlo cuando se trate de resolver el destino de un embarazo, bien sea para llevarlo a término o para interrumpirlo. Con esta decisión, ninguna mujer será obligada a abortar y tampoco a llevar adelante una maternidad forzada.

Que las mujeres escribamos nuestra biografía en nuestros propios términos con plena igualdad y desde el ejercicio profundo de la libertad, es el legado que nos deja este histórico fallo.

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