En qué siglo, Dios mío
No doy por descontado el progreso hacia un venidero ‘mundo feliz’, tal vez el gran mito de nuestro tiempo
HACE UNOS DÍAS le enseñé a María una veintena de las páginas de este diario. Me dijo que ahora hablo menos de Tom y Woody de lo que antes lo hacía de Borges. Es verdad. Estos dos gatos están más unidos a ella que a mí. Eso no pasaba con Borges. Pero me encanta verlos dormidos a su lado o siguiéndola como a una domadora de pequeños tigres de salón o imponiéndole cosas como a una esclava. A mí no se me suben a la mesa, pero alguno de ellos, o los dos, pasan la tarde medio dormidos junto a su ordenador, obligándola a complicadas maniobras con los brazos y las manos.
Leí una vez que los primeros exégetas de los papeles de Montaigne estaban intrigados por los grandes espacios en blanco que contenían las páginas. Terminaron por achacarlo a la forma de su gata, que Montaigne rodeaba con la pluma para no despertarla. Michèle Ressi, Histoire du chat : 10 000 ans d’histoire et de légendes, Publishroom, 2017, p. 48″. No me lo creo, pero lo doy por bueno.
“Y FELICITÉ A LOS MUERTOS, los que ya murieron, más que a los vivos, los que aún viven. Pero mejor que ambos está el que nunca ha existido” (Eclesiastés 4.3.2.) Volveré a un funeral, incluso tal vez al mío, si se atreven a leer esto.
DE POR QUÉ tal vez no he sido un buen aficionado al arte: “¿No dijo Feuerbach que para la comprensión de un cuadro se necesita una silla?” (Paul Klee).
PUEDE SER MÁS PARTICULAR, íntimo y revelador mostrar lo que a uno le hace gracia que lo que le enfada o duele.
CONSEJO DE SALUD. Dudar hace ejercitarse a más neuronas que estar seguro.
PANDEMIA
Se considera en general a Isaac Newton como la mayor mente científica que ha existido nunca. Hace poco se subastaron dos páginas de sus obras inéditas, que Newton escribió en 1667 sobre la plaga bubónica que mató en Londres a 100.000 personas. Entre los remedios para su contención y curación, Newton incluyó este: “Lo mejor es un sapo suspendido por las patas en una chimenea durante tres días, que finalmente vomite tierra con varios insectos en ella sobre un plato de cera amarilla y poco después muera. La combinación del sapo en polvo con las excreciones y el suero transformados en pastillas y usados en el área afectada aleja el contagio y extrae el veneno”.
Puede que, dentro de 300 años, gran parte de lo que se ha dicho y hecho ahora con la Covid-19 suene tan extravagante como nos parece lo de Newton y su peste bubónica.
NUNCA se me ha ocurrido decir eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Flaubert tiene un libro muy bonito, Diccionario de tópicos, que pasó media vida escribiendo y nunca publicó. Es un listado de frases hechas y opiniones rutinarias sobre un montón de conceptos e ideas de su tiempo. En la entrada Época dice: “Época (la nuestra). Despotricar contra ella. Quejarse de que no es poética. Llamarla época de transición, de decadencia”. Lo que me hace gracia es que, al mismo Flaubert que escribió eso hace 150 años, le encantaba identificarse con San Policarpo, obispo de Esmirna en la iglesia primitiva. Si el hombre oía algo que no era de su gusto, se tapaba los oídos con las manos y huía diciendo: “En qué siglo, Dios mío, me has hecho nacer”. Flaubert firmó muchas cartas como “San Policarpo”, o solo “Policarpo”.
Ahora bien, si yo no pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, tampoco pienso que cualquier tiempo futuro será mejor. No doy por descontado el famoso progreso hacia un venidero Mundo Feliz, que tal vez sea el gran mito de nuestro tiempo. En el porvenir pasará lo que pase y no veo por qué hay que confiar en lo que el enorme pesimista Ferlosio llamaba con sorna La Gran Marcha Triunfal del Hombre hacia el Futuro, o algo así.”
LAS DOS CULTURAS y la arrogancia de una de ellas. Dile a cualquier científico de quinta fila que Proust y Borges fueron dos de los hombres más inteligentes del siglo XX y verás cómo te mira.
SI ME MUERO, QUE NO ME ENTERE YO.
Ahora en serio y sin juegos de palabras: yo también pido aquello del sevillano: “¡Oh! muerte, ven callada, como sueles venir en la saeta”. Y no estaría de más que por la espalda. “Nunca he entendido por qué se considera feo disparar por la espalda” decía ayer un pistolero en una de esas novelas que leo antes de dormir. También me lo pregunto yo. Si vinieran a por mí, lo preferiría. Nadie tendría qué hacerse el digno a mis expensas.
EL DECLIVE.
Qué mal caminas. Te vas tropezar con una de esas losetas y te vas a caer.
Sí. Arrastro los pies. Como los viejos.
Así no se camina.
¿Y cómo se camina?
Tacón, punta, tacón, punta, tacón, punta.
Vaya lío
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.