Lula no ha hecho ningún pacto con el demonio
El video manipulado del expresidente, que hace parte de una campaña para las presidenciales que se anuncia turbulenta, le ha obligado a explicarse
En un video enderezado a los 30 millones de evangélicos de Brasil, la mayoría de los cuales habían sido electores del ultraderechista Jair Bolsonaro, aparece el expresidente Lula da Silva afirmando que él conversa con el demonio y que ha sido poseído por él.
El video manipulado, que hace parte de una campaña para las presidenciales que se anuncia turbulenta, ha creado impacto y Lula se ha visto obligado a explicarse.
El contenido, de agosto de 2021, se refiere en verdad a un encuentro de Lula en Bahia con representantes de religiones de origen africano que él mismo ha descrito así: “Ayer cuando llegué, las mujeres me lanzaron palomitas y me entregaron un xangó (el orixá de la justicia) y en las redes sociales aparece que yo estoy hablando con el demonio que me habría poseído”. Y añadió: “Es una campaña masiva, una campaña violenta como ellos saben hacer, una campaña del mal”.
Lo cierto es que Lula aparece en el video, antes de ser manipulado, diciendo que las religiones de matriz africana serán tratadas por él, si llega a la presidencia, “con el mayor respeto y cuidado”. Lula afirma que es católico pero que respeta todas las religiones y añade: “Yo jamás, mientras gobierne permitiré el autoritarismo de una religión sobre otra”.
La campaña contra Lula para hacer ver a los evangélicos que está poseído por el demonio y que conversa con él, puede tener un fuerte impacto en el mundo evangélico, que con sus millones de votos puede decidir una elección. El tema del demonio y de la posesión diabólica con todos sus complejos ritos de exorcismos espectaculares, que un día fue muy vivo también en la Iglesia católica, hoy lo es en las sectas evangélicas. De ahí que el video manipulado sobre Lula relacionado con el demonio esté creando tanto ruido.
Todo ello se debe a que, hoy por hoy, a solo meses de las elecciones que podrían reelegir al fascista Bolsonaro que está llevando al país a un precipicio económico y moral, creando un clima de enfrentamiento entre la gente y de odio a la política, Lula aparece en todos los sondeos como el único candidato capaz de derrotar al excapitán y de devolver la esperanza a un país que la está perdiendo. Y es que Lula, con buen olfato político esta vez se presenta no sólo como el candidato de la izquierda sino que está creando una unión que abarca desde la socialdemocracia al centro y hasta a la derecha no fascista, estrechando así el espacio para los candidatos de la llamada tercera vía, es decir la del eslogan “ni Bolsonaro ni Lula”, que no acaban de despuntar en los sondeos.
Y en ese escenario, los votos de los evangélicos que se disputan todos los partidos pueden resultar definitivos. De ahí la maquiavélica campaña de hacer aparecer a Lula como un candidato que está haciendo pactos con el demonio algo que puede influenciar no sólo a los evangélicos sino también a las capas más pobres y desculturalizadas del país que son millones y que acaban siempre decidiendo las elecciones.
En verdad, todos los candidatos a la jefatura del Estado, hasta los más laicos han tenido siempre que pactar de algún modo con los líderes de las poderosas iglesias evangélicas para poder elegirse. Lo hizo a su tiempo Lula y hasta su sucesora Dilma que es agnóstica. Para poder ser elegida tuvo que firmar un documento para las iglesias evangélicas comprometiéndose a no aprobar ninguna ley que despenalizara el aborto durante su presidencia y hoy mismo Lula está intentando abrirse espacio de diálogo con dichas iglesias, ya que se ha podido observar que algunas de ellas se presentan insatisfechas con el desastroso Gobierno de Bolsonaro y estarían en busca de un nuevo candidato. De ahí el trajín de Lula para intentar abrir nuevos espacios de diálogo con dichas iglesias al mismo tiempo que mantiene sus raíces católicas. En una entrevista a este diario, durante su segundo mandato Lula afirmó, por ejemplo, que él nunca se hubiera elegido sin la fuerza de las comunidades de base de los católicos que abrazan a los más humildes de las periferias pobres en los suburbios de las grandes ciudades.
Hoy la fuerza de la Iglesia católica ha disminuido en Brasil a favor de las iglesias evangélicas, lo que hace que sean cortejadas por todos los partidos hasta por los más laicos que durante las campañas políticas acuden como fieles devotos a los ritos de los templos evangélicos y se dejan bendecir pública o reservadamente por sus pastores.
La gravedad, en este sentido, del manipulado video de Lula que lo presenta como poseído por el demonio revela que la campaña, como la que eligió a Bolsonaro, se dilucida hoy sobre todo en las redes sociales más que en los grandes medios de comunicación, ya que dichas redes llegan hoy hasta a los menos cultos, los que poco siguen los debates sesudos de los candidatos en las campañas electorales.
Ello ha llevado este año al STE (Supremo Tribunal Electoral) a dar normas muy severas para las elecciones, amenazando con anularlas, contra los mensajes disparados a millones por los robots con noticias falsas o videos manipulados como el del demonio que está creando dolor de cabeza a la ya encendida campaña electoral.
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