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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Usar la lengua

El borrador del nuevo currículo favorece el uso práctico de la lengua hablada y escrita como instrumento educativo transversal

El País
Una clase de Lengua castellana y Literatura de Bachillerato en el instituto público Luis Vives de Valencia, el pasado viernes.
Una clase de Lengua castellana y Literatura de Bachillerato en el instituto público Luis Vives de Valencia, el pasado viernes.MÒNICA TORRES

Entre las observaciones más comunes de los docentes de cualquier nivel educativo suele estar la distancia que va del ordenamiento legislativo a la práctica docente en el aula. Una y otra vez las buenas intenciones se estrellan contra la experiencia y ponen de manifiesto la dificultad de aplicar cambios estructurales. El actual borrador del ministerio para la enseñanza de la Lengua y la Literatura castellana en la ESO y el Bachillerato busca cambiar algunas prácticas enquistadas en la enseñanza de la materia. La literatura no se ha aprendido nunca reteniendo títulos y nombres de autores sino leyéndola, discutiéndola, manoseándola cuando el estudiante lee una página que afecta a su propia vida: amor, pérdida, dolor o derrota expresados con palabras únicas (en cualquier lengua) por autores excepcionales.

Sin embargo, el borrador aspira también a un cambio más atrevido al proponer una inversión cualitativa de los métodos docentes de la lengua. Para cualquier usuario, el castellano, el catalán, el euskera o el gallego son una competencia adquirida de forma natural que a su vez es sometida, como asignatura, a un conocimiento específico. Durante muchos años el enfoque preferente ha sido analítico: el estudiante aprendía a descomponer oraciones para descubrir los mecanismos internos que rigen sintáctica y gramaticalmente un instrumento tan ultraproductivo y sofisticado como la lengua. Es posible que ahí estuviese una parte del problema porque ese esfuerzo ha tendido a sacrificar la práctica efectiva de la lengua en sus vertientes oral y escrita. Tradicionalmente, el alumnado español adolece de una competencia menor en el uso oral de la lengua que en otros países, en buena parte porque la enseñanza ha preferido el análisis lingüístico antes que la práctica comunicativa.

Pero solo la experiencia repetida del uso de la lengua enseña a identificar sus recursos, sus aptitudes, sus múltiples modalidades de persuasión, provocación, interpretación, incluidos el puro juego verbal, la ironía o la exageración burlesca. Es una buena noticia que los estudiantes hasta los 16 años deban adiestrarse a perder la timidez y el miedo a usar en el aula la lengua porque el resto de su vida estará condicionada por la aptitud aprendida que desplieguen en el diálogo y la conversación, empezando por la discusión relacionada con el resto de las materias curriculares. No deberían escapar a esa misma pauta: discutir con argumentos, ponderar criterios ajenos, asumir debilidades propias son ejercicios intelectuales que valen para matemáticos, geógrafos, filósofos o economistas. Solo el ejercicio enseña esa habilidad: no la descomposición analítica del discurso sino el ejercicio efectivo del discurso adiestra en el uso competente del idioma. Aprender a comunicarse es también aprender a razonar. La transversalidad de la lengua trasciende los límites de una asignatura porque es el primer y más indispensable instrumento para hacer ciudadanos dialogantes y a la vez discutidores.

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