Un Estado mafioso
Iván Zhdanov dirigió la Fundación Anticorrupción creada por Alexéi Navalni. Ahora sufre el acoso del Gobierno ruso
La información le llegó a media mañana, dos horas antes de empezar su rueda de prensa en el Col·legi de Periodistes. Le notificaron que la prisión preventiva de su padre —Yuri Zhdanov— se alargaba otro par de semanas. El episodio empezó a finales de marzo. Agentes del Comité de Investigación se desplazaron hasta su casa, la registraron, lo interrogaron, lo pusieron bajo su custodia y lo trasladaron a una cárcel. ¿El delito? Primero, abuso de poder. Había recomendado la asignación a una mujer pobre de una vivienda pública a bajo alquiler. Después se dijo que no podía recibirlo porque previamente había recibido otro subsidio. En mayo se habló de documento falsificado para que la vivienda fuese concedida a esa familia. Los delitos por los que se lo acusaba ya eran más graves: falsificación y fraude a gran escala. No importa que no tuviese capacidad para cometerlos. Sigue en prisión preventiva, pendiente de juicio, puede ser condenado a 10 años.
El encarcelamiento y la condena pretenden seguir con la persecución del hijo del detenido: el disidente ruso Iván Zhdanov, un estrecho colaborador de Alexéi Navalni, que hoy sigue encarcelado después de haber sobrevivido a un envenenamiento ejecutado por una brigada de asesinos profesionales.
En el rostro del joven Zhdanov ya no hay sorpresa, sino tristeza impávida y resignada. Desde que a mediados de la pasada década se comprometió en la investigación de la corrupción política, sabe que la persecución no cesará. Aunque su voluntad era presentarse a las elecciones legislativas celebradas hace pocas semanas —a las que, por cierto, fueron invitados periodistas españoles a los que la Duma les canceló el viaje pocos días antes, dejándonos con una precaria cobertura informativa—, Zhdanov ya sabía que lo más probable era ser arrestado otra vez, como lo fue a finales de 2019 por haber organizado una manifestación de protesta. Ahora, con la represión descarada, optó por exiliarse. Es la actual disyuntiva de la disidencia. Hace pocos meses lo explicaba el corresponsal en Moscú de The New York Times. Para los políticos de la oposición o los periodistas independientes, la elección es mala o muy mala: o cárcel o exilio.
Durante un largo periodo, Iván Zhdanov dirigió la Fundación Anticorrupción. Esta ONG, creada en 2011 por Navalni, tenía como objetivo la investigación sobre casos de corrupción, elaborando informes o publicando vídeos de denuncia sobre políticos corrompidos u oligarcas corruptores. Pero fue disuelta hace pocos meses.
El asedio definitivo de las cloacas del Estado contra esta organización empezó hace un par de años, cuando el Ministerio del Interior la declaró “agente extranjero”. Después de haber registrado oficinas de la red de Navalni por todo el país y allanar los domicilios de sus colaboradores, se filtró que la policía había dado con la prueba que permitía denunciarla: existían transferencias realizadas desde el extranjero para financiarla. Una desde Estados Unidos, otra desde España. La segunda se realizó desde Madrid a través de una oficina de CaixaBank. El titular de la cuenta era un profesional de kickboxing que también se ganaba la vida como portero de discoteca. Zhdanov aún se pregunta cómo ese tipo, incapaz de dar respuestas convincentes, pudo conseguir los datos de su organización.
Desde entonces, cualquier publicación de la Fundación Anticorrupción debía incluir esta frase: “Este mensaje ha sido creado y/o publicado por un medio que cumple la función de agente del extranjero”. Además, se multiplicaron las trabas burocráticas para imposibilitar toda acción e invitar a dejar cualquier actividad de protesta. Y al fin este mes de abril, con Navalni ya encarcelado, la Fiscalía presentó una demanda para que la fundación fuese declarada “organización extremista”. Así lo sentenció el Tribunal Municipal de Moscú en junio. Estaba en la misma lista donde aparece Al Qaeda. Una vez ilegalizada, el Ministerio del Interior anunció que el exiliado Iván Zhdanov estaba en búsqueda y captura. El jueves viajó a Barcelona para explicarnos detalladamente que su país está ocupado por un Estado mafioso.
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