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Columna
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¿Tanto esperar para esto?

¿Por qué PSOE y PP se sienten impunes, por qué piensan que este descarado trapicheo no tendrá consecuencias políticas para ninguno de los dos?

Pedro Sánchez (a la izquierda) saluda al líder del PP, Pablo Casado, el pasado 14 de octubre.
Pedro Sánchez (a la izquierda) saluda al líder del PP, Pablo Casado, el pasado 14 de octubre.Ballesteros (EFE)
Fernando Vallespín

Este es el momento en el que el columnista se rasga las vestiduras y emprende su alegato en contra de la ocupación partidista de las instituciones; también el de clamar porque estas recobren su independencia y vigor para que sean merecedoras de la confianza ciudadana. Denlo por expresado, en este pequeño lugar del periódico prácticamente no ha hecho otra cosa. Además, ya apenas nos sorprende: sabemos bien que la teoría va por un lado y la práctica por otra. Vayamos a otra cosa. Por ejemplo, si este ha sido el resultado del reparto de cromos ¿por qué se ha tardado tanto tiempo en llegar a un acuerdo? ¿A qué obedece tanta dilación? ¿Hemos tenido que esperar a que estuvieran seguros de que cada cual obtenía lo que ambicionaba? O, ya puestos, ¿por qué no rematarlo con la designación de los vocales del CGPJ?

La respuesta a estas preguntas nos interesa a todos. La que a mí más me intriga, sin embargo, es la relativa a por qué no les ha dado la más mínima vergüenza. Es más, por qué llegan a insultar nuestra inteligencia diciendo encima, como ha hecho Casado, que este acuerdo supone “avanzar en la despolitización de las instituciones”. O sea, que colocar a sus hooligans en el Tribunal Constitucional tiene ese efecto. La verdad es que es sorprendente y da ganas de partirse de risa (por no llorar). Bolaños ha sido al menos más comedido, limitándose a valorar la existencia del acuerdo como un bien en sí; el que el resultado nos haya dejado insatisfechos pasa a ser un mal menor, casi un accidente. Otra forma de tomarnos como menores de edad.

Formularé la cuestión de otra manera, ¿por qué se sienten impunes, por qué piensan que este descarado trapicheo no tendrá consecuencias políticas para ninguno de los dos grandes partidos? Y solo se me ocurre una respuesta: por la polarización. Porque cada uno de ellos sabe que por muchas máculas que se observen en los propios nunca llegan a compensar la animadversión que se siente hacia el adversario, hacia los otros. La inquina mutua es tal, que cualquier racionalización de parte es deglutida sin el más mínimo grano de sal por cada grupo-nosotros. El cinismo ínsito en la anterior frase de Casado, por ejemplo, se disuelve detrás de consideraciones como que los “muy nuestros” son los que de verdad defienden las instituciones (nuevas risotadas enlatadas). En fin, para muestra un botón: Estados Unidos, donde la polarización partidista está poniendo en jaque a todas las instituciones. Aunque allí el gran responsable es el Partido Republicano.

Queda un fleco por resolver. ¿Acaso no temen que se les vayan a ir votos a los compañeros de bloque? Es algo que puede ocurrir, desde luego, pero creo que no entra en sus cálculos. Es muy posible que lo que ha posibilitado el acuerdo, además de por el espectáculo que estábamos dando en Europa, tiene que ver precisamente con el interés de ambos por presentarse como los “institucionales”, una forma de diferenciarse de aquellos. Sin duda lo son comparados con sus compañeros de viaje bloquista, pero por eso mismo chirría el resultado. La Rochefoucauld decía que “la hipocresía es el tributo que el vicio rinde a la virtud”, así que hay que imaginar que saben perfectamente dónde está la acción virtuosa. Lo que no se comprende es por qué no la practican. Bueno, sí, lo entendemos bien, demasiado bien.

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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