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Anatomía de Twitter
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Dejad de besar a las mujeres

El machismo sigue vigente en el trabajo, en todos los trabajos y contra todas las mujeres

Dos trabajadores se saludan usando los codos.
Dos trabajadores se saludan usando los codos.
Nuria Labari

“Que no vuelvan los dos besos a las mujeres en el ámbito profesional, por favor”. Así de sencillo y contundente era el tuit que la periodista Laura Alzola Kirschgens, con una cuenta que no llega a los 2.000 seguidores, lanzó a la red. Días después, su mensaje acumula 34.000 likes, ha sido compartido más de 5.000 veces y ha creado un hilo con más de 1.000 comentarios. Boom. Me encanta cuando Twitter hace eso, conseguir que una inocente cerilla ilumine un problema oscuro y profundo.

Alzola es clara: besos, mujeres, profesional. Esas son las tres palabras claves de su tuit y, aunque el debate habla de si beso o codo after covid, de si apretón de manos o saludo con la cabeza o si el besuqueo es una costumbre más o menos mediterránea, lo cierto es que su cerilla grita algo más: basta ya de machismo en el trabajo. Saludar a las mujeres con dos besos y a los hombres con un apretón de manos es una forma de subrayar el género por encima del cargo o del criterio profesional en el entorno laboral. Y en este sentido, dar dos besos puede ser una forma de menospreciar a las mujeres por el hecho de serlo. ¿Pero pueden dos besos de cortesía ser una forma de humillación? Otro tuitero, el señor @jluisperezg responde tajante a esta pregunta en el mismo hilo: “Hay mucha niña desocupada con ganas de montar dramitas tontos”.

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Así es, las mujeres debemos aceptar los dos besos como niñas buenas, sin rechistar. Los currículos son ciegos para garantizar que no exista discriminación alguna en los procesos de selección, mientras los besos siguen estallando contra las mejillas femeninas. Menos mal que la covid ha hecho que estos ósculos resuenen ahora en miles de cabezas para recordarnos que el machismo sigue vigente en el trabajo, en todos los trabajos y contra todas las mujeres.

Y sí, ya sé que parece raro. Porque se supone que el machismo no existe en el contexto profesional. Después de todo, allí es donde vamos las mujeres a conquistar la igualdad. No solemos imaginar la discriminación que existe en el espacio laboral, porque la igualdad se presupone en ciertos ámbitos. Pero los besos de los que habla Laura se dan allí, en salas de reuniones de empresas igualitarias que tienen hasta cuotas para garantizar la visibilidad de las mujeres. Esos besos resuenan en contextos donde la no discriminación se presupone, como en los medios de comunicación, la política o cualquier contexto que represente nuestros igualitarios valores. Sin embargo, lo cierto es que el trabajo se desarrolla en sociedades machistas y está atravesado de arriba abajo por estructuras machistas, y todo ello sin que ninguna empresa se reconozca machista, claro está. Es la magia de un mercado donde la palabra patriarcado jamás ha sido pronunciada en según qué despachos. Así, la discriminación solo existe en las empresas de los otros, en las familias de los otros y en las vidas de las otras. Sin embargo, los besos explotan en las salas de reuniones y todas los hemos sentido alguna vez encima, los de cortesía y los otros, los que salen de bocas de hombres que llaman a las mujeres niñitas desocupadas, esos también los llevamos puestos gracias a nuestra profesionalidad.

Gracias Laura por tu cerilla. Y por tu trabajo. Ojalá este tuit iluminador sirva además para sumar lectores a tu primer libro, No os recuerdo, recientemente publicado por Libros del KO.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.

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