Los futuribles hostigan al periodismo
Los lectores lamentan que el periódico difunda previsiones o hipótesis como hechos comprobados
El periodismo tiene como fin difundir hechos contrastados y por eso suele estar reñido con la futurología, dedicada a predecir el porvenir. A menudo, sin embargo, se cruzan los caminos de ambos cuando los periodistas mezclamos datos con augurios, hechos comprobados con hipótesis, previsiones o deseos. El culebrón Mbappé de agosto lo puso de relieve una vez más. En plena orgía informativa, algún periodista anunció la “inminente” llegada al Real Madrid de la estrella del PSG. Nada de nada. EL PAÍS, prudente en esos enredos del mercado futbolístico, no cayó en la trampa en esta ocasión, pero ha tropezado en otras.
Cuenta José Sámano, redactor jefe de Deportes, que en su sección rige esta norma sobre fichajes: “No se da nada hasta que sea oficial, hasta que se haya confirmado. No entramos a la especulación, a los intereses de los agentes, intermediarios de los intermediarios… Hay filtraciones constantes e interesadas, que es lo que son todas las filtraciones”. Ese principio está implícito en varias entradas del Libro de Estilo, como cuando señala que “los rumores no son noticia” o que “el periodista transmite a los lectores noticias comprobadas”.
Son reglas básicas, pero no siempre se cumplen. A mediados de agosto, el periódico publicó en un subtítulo: “El objetivo del Gobierno de inmunizar con la pauta completa al 70% de la población no se alcanzará hasta el mes de septiembre”. El asunto no era baladí, porque eso demostraba que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había exagerado, como le acusaban, cuando anunció en abril: “Lograremos que el 70% de la población adulta, es decir, 33 millones de españoles y españolas, estén inmunizados gracias a la vacuna a finales del mes de agosto”.
En la información de agosto, como recuerda uno de sus autores, se advertía que tal incumplimiento se produciría “de mantenerse la tendencia” de esos días en el ritmo de vacunación, pero el subtítulo, sin matices, enfadó al lector Domingo Ochoa Juarros: “¿Quién les ha dado la bola mágica? ¿Qué interés hay en decir que no se alcanzarán los objetivos del Gobierno?”. La realidad estropeó aquel atractivo encabezamiento, porque el 31 de agosto se cumplieron las previsiones del Ejecutivo. Pasaron los días y Ochoa Juarros nos lo recordó con sorna: “Alguna vez habrá que decir que los cenizos no aciertan”.
El lector I. Martínez Pisón (no se trata del famoso escritor) también dijo haberse sentido alarmado en plenas vacaciones porque en portada titulamos que el ritmo de vacunación se había parado “en seco”. “Nos trasladaron miedo con esos títulos alarmistas y exagerados. Hay que ser más prudente con los temas de salud”.
Ochoa Juarros cree que el periódico no puede entrar en conjeturas como las que emplean algunos políticos. Rememora al respecto este famoso tuit de hace un año de Ana Pastor, dirigente del PP y doctora en medicina: “El ministro Illa [Salvador, extitular de Sanidad] decía hace tres días que ‘a finales de año podremos recibir dosis’ de la vacuna contra la covid-19. Hoy la OMS dice que no espera que esté disponible antes de dos años. Pedimos al Gobierno que no juegue con las esperanzas de los españoles”. La primera dosis se inyectó el 27 de diciembre. En efecto, a finales de año.
Los anuncios sobre remodelaciones de gobiernos o decisiones judiciales son algunos clásicos en este terreno y los lectores también nos recriminan que demos por seguros hechos que pueden cambiar. Nos ocurrió cuando anunciamos en portada: “Arrimadas gana para su partido la primera presidencia regional, la de Murcia, pero asume un gran riesgo”. Sí, y el periódico también asumió un riesgo indebido porque al día siguiente tres tránsfugas de Ciudadanos frustraron la estrategia de Arrimadas y garantizaron a Fernando López Miras (PP) su continuidad como presidente en esa autonomía. Para entonces, una columna de opinión aludió al “defenestrado Miras”.
Más recientemente, el periódico aseveró en un titular el pasado 17: “El Constitucional anulará el cierre del Congreso por la covid en marzo de 2020″. El firmante de la información mantiene que ese contundente titular fue “correcto”, pero al día siguiente precisó en otra noticia que eso es “lo previsible” y, dos días después, que así será “salvo sorpresa”. Otros encabezamientos iniciales de esa relevante noticia exclusiva fueron más matizados y prudentes. Como este en portada: “El Constitucional prepara una sentencia contra el cierre del Congreso durante el primer estado de alarma”.
Todo apunta a que el periódico acertará —tendrían que cambiar de posición tres magistrados para no ser así—, pero siempre es preferible la cautela ante futuribles. Solo los hechos comprobados evitan los traspiés y, sobre todo, refuerzan lo más sagrado: la credibilidad.
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