Frenar los accidentes
Hay que saludar que la DGT y la fiscalía de tráfico avancen en la reflexión sobre la mejora de unas cifras que, aunque bajas, resultan inaceptables
España se enfrenta al segundo verano de la pandemia en el que confluyen elementos que hacen temer a las autoridades un repunte de los accidentes de tráfico. La DGT apunta que aparecen factores nuevos que invitan a la distracción al volante, simplemente porque la gente lleva meses sin conducir o las carreteras están medio vacías o por las ganas de salir. Las cifras de junio (116 muertos en vías interurbanas frente a los 78 del mismo mes en 2019) han llevado a las autoridades a ponerse en alerta ante un posible repunte de tragedias en carretera. En julio se registraron 99 muertos. Sumando los dos primeros meses de verano, estas vacaciones están siendo peores que antes de la pandemia.
En una ofensiva de prevención ante el verano, el fiscal jefe de Tráfico, Bartolomé Vargas, ha pedido la colaboración ciudadana para denunciar actitudes peligrosas al volante, incluso grabar con el móvil a los infractores. Se trata de una petición de ayuda sin precedentes. El número de procedimientos judiciales por conducción temeraria y con desprecio a la vida aumentó notablemente en 2020, a pesar de la menor movilidad. El llamamiento a la colaboración ciudadana es pertinente, aun a riesgo de envalentonar actitudes justicieras en la carretera que distraigan más que ayuden a los agentes de tráfico.
El esfuerzo colectivo debe ir acompañado del esfuerzo de la Administración: eliminar los puntos negros que aún persisten y están bien identificados en la red, así como en la persecución del uso de drogas y alcohol (la mitad de los fallecidos en 2020 había consumido alcohol, drogas o psicofármacos) al volante. En este sentido, es también novedosa la propuesta de la Fiscalía de actuar penalmente contra los responsables de los puntos negros. Vargas reconoce que se trata de una definición penal compleja y difícil de acotar, en la que los responsables pueden ser desde los ingenieros hasta la Administración. A la espera de ver cómo se concreta legalmente la propuesta, es una buena noticia que se pongan sobre la mesa iniciativas para garantizar la calidad de las infraestructuras.
La gestión del tráfico es una tarea compleja y en construcción permanente, no es un problema que se acaba con una ley o una inversión concreta. La casuística de un accidente de tráfico es infinita. La tragedia acecha tras el gesto más banal. Pero ninguna muerte es inevitable. España ha logrado reducir la siniestralidad un 80% en los últimos 30 años (fueron 1.755 en 2019). Por eso, frente a actitudes melancólicas de otros tiempos, hay que saludar que instituciones como la DGT y la fiscalía de tráfico sigan avanzando en la reflexión sobre la mejora de unas cifras que, aunque ahora sean bajas, siempre resultan inaceptables.
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