Dos cabalgan juntos
Casado busca la manera de no coincidir con Abascal en Colón porque una cosa es que en Madrid sea difícil cruzarte con tu ex, y otra que en una plaza no vayas a encontrarte con tu pareja de hecho
Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, pasó ayer por Madrid para, entre otras cosas, defender la manifestación del domingo 13 contra los indultos de los políticos independentistas encarcelados. Fue una defensa tan firme, tan sólida y tan categórica que, cuando acabó, ya nadie dudaba de que él no iría. Feijóo no da nunca puntada sin hilo, y cuando él no puede dar la puntada ya se la da Dios: resulta que ese día, en el que cualquiera de nosotros diríamos la excusa que primero se nos ocurriese, él tiene una recepción con el Papa. Sí a la manifestación y no a la foto con Vox es la postura idónea del PP que se lo puede permitir, o sea el PP de los barones. El presidente de Castilla y León, Fernández Mañueco, ha tenido peor suerte que Feijóo: él no va porque son fiestas en Salamanca (ni que Fernández Mañueco fuera Quequé). Va Pablo Casado, a quien en su partido buscan la manera de no hacerle coincidir con Santiago Abascal porque una cosa es que en Madrid sea difícil coincidir con tu ex, y otra que en una plaza no vayas a encontrarte con tu pareja de hecho. Y una cosa es compartir con Vox un gobierno y otra compartir una calle. Todo este teatro impresionante del PP se traduce en una grave percepción según la cual a ellos les hace más daño verse con Vox que a Vox con ellos.
Visión optimista. Quizá era así antes de que la extrema derecha llegase a las instituciones y fuese la tercera opción política de los españoles; es decir, quizá fuese así antes de que a la extrema derecha le diese respiración artificial el PP para que luego ella pudiese respirar por sí misma y a su antojo. Quizá pensaron en algún momento los populares que el objetivo de Vox no era cargarse un sistema del que el PP es máximo exponente, primer rival en la lucha ideológica y ejemplo de todo lo que está mal en la derecha en España, empezando porque no sea orgullosamente ultra. Es probable que el domingo, si Pablo Casado es llevado de un lado a otro tratando de escapar de Abascal, se encuentre el propio Abascal escapando de él por considerar su compañía una traición al electorado de su partido, que entiende al PP como resumen de todos los vicios. Y es probable, también, que alguien entienda en esa manifestación que la victoria de Ayuso en Madrid, aun aplastante, no sirvió para sacarle votos a Vox. Sí se los sacaría a Vox que Vox empezase a compadrear con el PP.
Todo este pudor del Partido Popular a salir en la foto con su criatura se vuelve más divertido cuando se escucha al portavoz de Vox, Jorge Buxadé, diciendo que su partido también anima el domingo a manifestarse contra la actuación de Rajoy en Cataluña. De que la actuación de Rajoy en Cataluña empezase precisamente como Vox y PP empiezan, con manifestaciones y recogidas de firmas, no dicen nada, esto no por falta de memoria sino por la habitual pereza intelectual que produce buscar soluciones que no sean irse corriendo a la Plaza de Colón, como si, al poblarla, todos los problemas de España se fuesen a extinguir mágicamente. Ni uno lo ha hecho, y menos mal viendo los antecedentes desde 2007 (aborto, ley de matrimonio gay, etc.); a ver si el problema no es tanto la compañía como el sitio.
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