_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La derecha Benjamin Button

Así, y como el personaje de Fitzgerald desesperado por cambiar su destino, Casado se lanza a pactar con Sánchez “para que los dos podamos ganar”

Víctor Lapuente
Pablo Casado en el Congreso de los Diputados, en Madrid, España, el pasado 24 de febrero.
Pablo Casado en el Congreso de los Diputados, en Madrid, España, el pasado 24 de febrero.Sergio R Moreno (GTRES)

En El curioso caso de Benjamin Button, Scott Fitzgerald narra la historia de un hombre que vive al revés: nace anciano y muere bebé. Es lo que les pasa a muchos partidos, como Ciudadanos y PP: atrapados en un rejuvenecimiento perpetuo, buscan su sentido en un mundo que parece andar en dirección contraria.

En toda Europa, la derecha tradicional, liberal y conservadora, está empequeñeciendo. En la videocracia actual, donde la telegenia importa más que la experiencia, la edad real de jubilación política ha caído de, digamos, los 75 años a los 45. Los galones de los veteranos cuentan menos que los seguidores en redes de los novatos. No interesa lo hecho, sino lo prometido. Hombres y mujeres reflexivos, de currículo grueso, son reemplazados por candidatos ligeros, pues importa más la velocidad que el recorrido.

La efebocracia daña en particular a la derecha porque va contra su propia naturaleza. La izquierda es innovadora, la derecha, concienzuda. Su valor añadido no reside en la imaginación del futuro, sino en la sabiduría del pasado. Es llamativo que, a medida que la derecha se va llenando de competidores (PP, Ciudadanos, Vox y una miríada de formaciones autonómicas, como las setas constantes que surgen de las ruinas de CIU), cada vez quedan menos defensores de los usos y costumbres de la política de toda la vida. El pasado, de los programas ideológicos a las siglas y las sedes, no es un rico legado, sino un pesado lastre con el que hay que romper.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tenemos excepciones a esta derecha punk, como el PP de Feijóo o el PNV, que anteponen el pragmatismo a la estridencia. Cuentan para ello con la varita del poder, que es siempre mágica para un partido, pero ahora es el único sortilegio efectivo que el centroderecha tiene contra los brujos nacional-populistas. En los realineamientos políticos tras la crisis económica, estar fuera del Ejecutivo no es incómodo, sino letal para la derecha. En Francia, Italia, Brasil o EE UU, la derecha ha sido barrida por los ultras. Sólo sobrevive conectada al poder, como en Austria, Alemania o el Reino Unido.

Así, y como un Button desesperado por cambiar su destino, Casado se lanza a pactar con Sánchez “para que los dos podamos ganar”. Es el movimiento adecuado, pero el enésimo giro precipitado de un partido adolescente. Y debe calmarse porque, para la derecha, el elixir de la eterna juventud es un veneno. @VictorLapuente

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_