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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La pulverización de las fuerzas progresistas en Colombia

Ningún candidato progresista va a ganar solo. Se necesita que las oposiciones entre estas fuerzas no se conviertan en odio

Ariel Ávila
Gustavo Petro, en una imagen de archivo.
Gustavo Petro, en una imagen de archivo.JOAQUIN SARMIENTO (AFP)

Cuando una persona que no conoce al detalle la política colombiana realiza un análisis de los escenarios para las elecciones nacionales del 2022, tal vez podría concluir que se tendrían que cometer muchos errores para que un candidato progresista no fuera presidente. También para que, por primera vez, las fuerzas progresistas no pudieran llegar a más de un tercio en el Congreso de la República, con lo cual podrían bloquear las reformas que requieren mayoría cualificada. Sin embargo, aquel que conoce más en detalle la política también concluiría que todos esos errores se están cometiendo.

Son cuatro los errores. Por un lado, Gustavo Petro necesita de los votos de los verdes y de los votos fajardistas para ser presidente, así como de los votos de un sector de las élites tradicionales. No podrá ser presidente solo. Y, a la inversa, si un hombre como Fajardo o cualquiera que salga del centro quiere ser presidente, necesitará de los votos del petrismo y del mismo sector progresista de las élites colombianas. Nadie va a ganar solo, por ello se necesita que las oposiciones entre estas fuerzas no se conviertan en odio. Lo complejo es que los militantes de estos sectores políticos al parecer no han entendido: la fuerza política a derrotar es la extrema derecha y no sus necesarios aliados. Los ataques viscerales entre petristas y verdes harán difícil una coalición en segunda vuelta.

El segundo error es lo que popularmente se conoce como la “marihuana electoral”, algo muy parecido a lo que le ocurrió al Partido Demócrata al inicio de la campaña en Estados Unidos. Allí surgieron una multiplicidad de candidatos, todos con la idea de que debido a lo mal que lo estaba haciendo Trump cualquiera podría ganar. Igual sucede en Colombia, cualquier congresista o persona cree que “si Duque pudo, cualquiera puede”. Este síndrome, en todo caso, ha llevado a que una serie de candidatos, poco conocidos, crean que tiene una opción y estén bloqueando el proceso de unidad. El mejor ejemplo se vive en el Partido Verde. Partido que podría tener una de las mayores votaciones, pero debido a este síndrome podría verla reducida de forma sustancial.

El tercer error se refiere a las listas al congreso de la república, y particularmente al senado. Lo lógico, desde la aritmética electoral, sería que existieran dos listas. La primera sería la de la Colombia Humana de Gustavo Petro, que haría coalición con el Polo Democrático y, de consolidarse dicha unidad, podría lograr más de una decena de senadores, cerca de 13, en un primer cálculo. La otra lista sería la del Partido Verde, que debería agrupar además de la militancia verde a los seguidores del partido Dignidad de Jorge Enrique Robledo, así como a sectores de élite como la lista de los hermanos Galán. Si a esto se le suma un candidato presidencial fuerte, podrían llegar a los 13 o 14 senadores.

Dos listas de este tamaño podrían llevar a los sectores progresistas a tener cerca de 30 senadores, que, sumados a los sectores progresistas de las élites tradicionales, superarían el 33% necesario para bloquear reformas que requieran la mayoría cualificada. Sin embargo, aventuras electorales podrían llevar a que, en lugar de dos listas, aparezcan cuatro o cinco. Entre otras, estaría la lista de los hermanos Galán y la del gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo. Estas difícilmente lograrán en umbral, pero si arrebatarán medio millón de votos a las fuerzas progresistas, lo cual reduciría fuertemente el número de senadores electos.

Un último error es el de siempre, el tradicional en los sectores más de izquierda: su espíritu caníbal. La canibalización y las micro guerras hacen pensar que la explosión de liderazgos podría llevar a que la derecha vaya con una única candidatura presidencial, mientras que desde el centro hasta la izquierda se den tres candidaturas presidenciales. Lo cual augura una victoria por amplio margen a la derecha y, seguramente, una victoria para la segunda vuelta.

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