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Columna
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Lo que nos dice el puercoespín

Los pronósticos económicos, las proyecciones epidemiológicas y los sondeos de opinión son erróneos y tendenciosos. Una mala mezcla

Wolfgang Münchau
ilu Munchau
European Central Bank and Eurointelligence calculations

El suspiro de alivio ha silenciado por un instante las alarmas que empezaron a sonar la semana pasada. Los votantes de Estados Unidos han elegido a un nuevo presidente, pero no han repudiado el trumpismo. Aunque los sondeos acertaron en el resultado binario, se equivocaron en todo lo demás. Al igual que los pronósticos económicos, los sondeos de opinión ya no funcionan.

La estadística es, al mismo tiempo, la más potente y la más peligrosa de las modernas disciplinas matemáticas. Los métodos estadísticos ayudan a los médicos a detectar cánceres en granulosas imágenes clínicas y a los analistas de señales a rastrear terroristas. Pero también pueden llevarnos a engaño. Como es sabido, los sondeos políticos tienen problemas técnicos asociados, por ejemplo, una muestra demasiado pequeña. Y, por supuesto, cabe incluso la posibilidad de que algunos entrevistadores y pronosticadores sean deshonestos. Pero las teorías de la conspiración no pueden explicar los errores de bulto de las predicciones y los sondeos. Los entrevistadores no solo se equivocan, sino que cometen una y otra vez los mismos errores. Los autores de los sondeos subestimaron a Donald Trump y a los republicanos en 2016, y han vuelto a subestimarlos en 2020. No han aprendido.

Mi explicación es que las divisiones políticas de nuestra época han contagiado a los profesionales, quizá de manera inconsciente. Me he dado cuenta de que los mercados de apuestas de Estados Unidos lo han hecho mejor. No creo que los participantes estuviesen mejor informados, pero que te vaya algo en el juego actúa como contrapeso.

Como es sabido, el psicólogo del comportamiento Daniel Kahneman ayudó al Ejército israelí a mejorar la calidad de su reclutamiento introduciendo un proceso de selección anónimo. Descubrió que los altos mandos tenían prejuicios sobre quién iba a ser un buen soldado y quién no. En cuanto se eliminaba el prejuicio de la ecuación, la calidad del reclutamiento mejoraba.

Los sondeos se encuentran en la fase en la que se encontraba el Ejército israelí antes de contratar a Kahneman. Si uno odia a Trump y todo lo que representa, es menos probable que dirija a sus entrevistadores a los sectores de población que Trump consigue movilizar.

Lo mismo ocurrió con los sondeos en Reino Unido. El Brexit movilizó a un sector de la población hasta entonces apolítico a ambos lados del debate. Por eso los entrevistadores subestimaron el apoyo a la salida de la Unión Europea en 2016, el empuje de Jeremy Corbyn en 2017, y el triunfo de Boris Johnson en las elecciones de 2019. Todavía hoy se siguen publicando sondeos que dan una ventaja considerable a los partidarios de la permanencia en la UE. Una vez tras otra, cometen el mismo error.

La pertinacia es también el azote de las previsiones económicas. Uno de nuestros gráficos favoritos es el del puercoespín, en el que los picos hacia arriba representan las previsiones de inflación del Banco Central Europeo. El problema es el mismo que en los sondeos: el sesgo persistente. Las previsiones de inflación del BCE siempre pecan de optimismo. El modelo de predicción tiene incorporada la reversión a la media. Se ha diseñado para pronosticar que la inflación volverá al objetivo del 2%.

Siendo así, más valdría consultar a un vidente o, sencillamente, lanzar un dado. Lo más racional sería tirar el modelo a la basura. Pero hacerlo significaría repudiar la corriente macroeconómica dominante en los últimos 40 años y admitir que el objetivo de inflación del BCE ha perdido agarre. Detrás de muchos errores de los sondeos y de las predicciones, lo que hay es falta de honestidad.

La pandemia ha dado lugar a un engaño estadístico parecido, a saber, la idea de que se puede comparar la propagación del virus entre países y entre ciclos de contagio en un mismo país en tiempo real. El problema es que los datos, lisa y llanamente, son inservibles. Algunos países, como Reino Unido, apenas hicieron pruebas durante la primera ola, mientras que Alemania se la hizo a todo el que lo pidió. Los datos que manejamos tienen un margen de error del 1.000% o más. No me sorprende ver a los economistas, en calidad de blogueros y tuiteros, extender sus malas artes a la epidemiología.

En este punto, es necesario que dirija la crítica a mi propia profesión. Los periodistas de datos deberían haber cuestionado estas prácticas en vez de amplificarlas con elaborados gráficos.

Lo que todos los ejemplos tienen en común es el autoengaño. Esto me lleva a hacer un pronóstico yo mismo: las técnicas de aprendizaje automático son el futuro de la demoscopia. Superarán a los sondeos y a los pronosticadores por el simple hecho de que les es absolutamente indiferente que Trump gane o pierda.

Wolfgang Münchau es director de eurointelligence.com

Traducción de News Clips.

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