Ayudas claras
El apoyo a las empresas en crisis es oportuno, pero debe ser transparente
El Consejo de Ministros aprobó ayer una inyección de 475 millones de euros de dinero público en Air Europa, filial del grupo Globalia pendiente de una operación de compra anunciada hace un año por Iberia por importe de 1.000 millones y aplazada por la pandemia. El Ejecutivo inaugura con una compañía aérea —y por ende con el sector turístico, esencial para España y uno de los más castigados por la crisis— el nuevo fondo de solvencia, destinado a dar apoyo a empresas estratégicas que se han visto impactadas por la crisis del coronavirus. La intervención pública es fundamental para mantener vivo el tejido productivo ante una recuperación cada vez más incierta, que se aleja del horizonte a medida que empeoran los datos sanitarios. En ese sentido, la operación tiene sentido. Sin embargo, cabe señalar la insuficiente transparencia por parte del Ejecutivo con respecto a las condiciones de la misma y, más en general, a cómo procede la labor del fondo, del que prácticamente no se ha facilitado información.
España ha destacado hasta el momento por cierta timidez frente al activismo en otros países. Y por un cierto retraso: el Ejecutivo español llega tarde a ese tipo de operaciones. Solo en el sector aéreo, Alemania y Francia han regado con miles de millones a sus compañías de bandera, Lufthansa y Air France, y muchos otros países del euro han otorgado importantes ayudas directas a sus respectivas compañías. En los principales casos, la condicionalidad de la ayuda ha sido más transparente y formal.
En términos generales, España se ha limitado a los avales públicos para créditos en condiciones favorables a las empresas. En este apartado, ha hecho un esfuerzo ingente. Recientes datos de la Comisión Europea apuntan a que, con ese esfuerzo, España es el país que más dinero ha movilizado en relación a su PIB (un 5,3%, frente al 4,7% de Francia o el 2,8% de Alemania). Pero los grandes Estados de Europa han sido más audaces y han optado por recapitalizaciones para empresas esenciales en sectores clave.
El PIB español rebotó en el tercer trimestre, pero la segunda ola de la pandemia anticipa una recaída a final de año. Es razonable prever mucho sufrimiento económico. En esa tesitura, la operación de Air Europa es muy probablemente solo la primera de una serie de intervenciones públicas que deben bombear oxígeno en la economía, sobre todo en los sectores estratégicos. Cabe esperar que el Estado extreme el cuidado en la transparencia de estos procesos y en afinar el criterio para ayudar solo a las empresas viables y evitar una zombificación de la economía. Resulta imprescindible que eso se haga con prudencia, para no provocar distorsiones en el mercado. Hace falta también un alto grado de fiscalización posterior para minimizar las pérdidas. El Gobierno puede y debe avanzar en esta senda: en situaciones excepcionales, debe abandonarse el perfil bajo y tiene sentido un mayor activismo de las autoridades económicas. Con mayor certidumbre en el horizonte temporal de los ERTE y las líneas de avales, por ejemplo; con este nuevo capítulo de las ayudas directas, e incluso llegado el caso entrando en el capital de algunas compañías, para evitar que la crisis engulla a las viables. Es justificada una acción vigorosa, más que la demostrada hasta ahora, porque hoy, bajo riesgo equivale a alto riesgo. Pero con transparencia y precisión.
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