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Columna
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Discriminas mal

Es curioso que, animados por el noble deseo de acabar con el prejuicio y la desigualdad, algunos antirracistas cometan el mismo error que los racistas

Daniel Gascón
Una estatuilla de los Oscar, durante uno de los ensayos de la gala de los premios en 2019.
Una estatuilla de los Oscar, durante uno de los ensayos de la gala de los premios en 2019.Chris Pizzello (AP)

Los Óscar han anunciado los requisitos de diversidad para optar a la categoría de mejor película. Entrarán en vigor en 2024, y un filme que aspire al premio tendrá que cumplir dos de cuatro criterios. Uno de los protagonistas o secundarios importantes tendrá que pertenecer a lo que llaman un grupo étnico infrarrepresentado, o al menos un 30% del reparto deberá pertenecer a un grupo infrarrepresentado (mujeres, grupo étnico o racial —es decir, no blanco—, LGTBI, personas con discapacidades cognitivas, físicas o auditivas). Otro criterio es que al menos dos jefes de equipo, seis puestos clave o un 30% del equipo pertenezcan a grupos infrarrepresentados. Los dos últimos criterios tienen que ver con oportunidades de formación a grupos determinados, o con la presencia de personas de estos grupos como responsables en el equipo de marketing.

No debería sorprendernos: en Hollywood ya tuvieron un código Hays para ceñirse a la moralidad de su tiempo. Buena parte de la comedia estadounidense ha perdido gracia, en parte porque debe adecuarse a las mojigaterías del momento, pero algunas de las regulaciones del país pueden ser divertidas si no tienes que sufrirlas (un destino frecuente, gracias a la concentración empresarial y la influencia mediática anglosajona). Esta normativa —incoherente y rebosante de impostura— es más elaborada que la que anunció el sindicato de The New York Times, que se comprometía a que la redacción reflejase la composición demográfica de Nueva York. Así, en 2025, debería haber un 24% de negros y más de un 50% de personas de color trabajando en el medio. Como señaló Andrew Sullivan, esa idea de diversidad tiene problemas. La representación demográfica en la redacción excluiría a menores y a gente en edad de jubilación. Sería complicado incluir a alguien con problemas de lectura (un 25% de la población de Manhattan) y tampoco habría personas por debajo del umbral de pobreza, un 19% de los habitantes de la ciudad, porque un salario del periódico cambiaría su situación. Es una diversidad de identidad pero no de ideas: una concepción esencialista trasladada a un anuncio de Benetton que ni siquiera sabe que lo es. Christopher Hitchens decía que el problema de los racistas es que no sabían discriminar: todas las personas de una raza les parecen iguales. Es curioso que, animados por el noble deseo de acabar con el prejuicio y la desigualdad, algunos antirracistas cometan el mismo error.@gascondaniel

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

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