Batir a Trump

Con la elección de la senadora y exfiscal de California Kamala Harris como candidata demócrata a la vicepresidencia de Estados Unidos están ya todas las piezas en el tablero de la partida de la que saldrá el nombre de quien presidirá el país entre 2021 y 2025. Su selección por el exvicepresidente y candidato presidencial Joe Biden ha venido a sustituir en cuanto a tensión mediática al espectáculo que representaban cada cuatro años las convenciones de los dos grandes partidos, suprimidas o reducidas a su mínima expresión en esta ocasión debido a la covid-19.

Joe Biden, de 78 años, y Kamala Harris, de 55, serán la alternativa a la continuación en la presidencia de Donald Trump, de 74, y Mike Pence, de 61. La debilidad de la candidatura del veterano Biden, marcada por su larga carrera política, su edad avanzada y su escasa presencia pública en los meses de la pandemia, queda muy bien compensada por la selección de la senadora Harris, que sustituiría al futuro presidente en caso de incapacidad del titular y se situaría en excelente posición para aspirar a la presidencia en la elección de 2024.

Si Donald Trump significó la reacción de la derecha religiosa, blanca y nacionalista contra la presidencia de Barack Obama, la opción que representan Biden y Harris reivindica de nuevo, incluso con mayor intensidad, el legado de los últimos ocho años de presidencia demócrata. Biden fue vicepresidente con Obama, y Harris es ciudadana estadounidense de primera generación, hija de inmigrantes llegados de India y Jamaica, que añade su condición de mujer a su capacidad para representar a la importante minoría afroamericana.

De la suma de las primarias demócratas, en la que se apelotonaron hasta el exceso el número de aspirantes, y de la selección de la candidata a la vicepresidencia, ha salido un tándem con buenas cartas para batir a Trump y evitar el desastre que significaría para Estados Unidos, y también para el mundo, el mantenimiento cuatro años más en la Casa Blanca de un personaje tan inepto, atrabiliario y dañino para los propios intereses de su país. Prueba de su capacidad para representar a las distintas tendencias del partido demócrata ha sido la excelente acogida que ha recibido entre los propios candidatos que compitieron en las primarias.

Biden y Harris representan una alternativa moderada y centrada, tanto en política interior como en relaciones internacionales, todo lo contrario de la imagen de radicalidad izquierdista que está intentando atribuirles Donald Trump. Será difícil acusar a la exfiscal de California de condescendencia con quienes vulneran la legalidad, como pretenderá Donald Trump con su demagógica campaña de ley y orden. Pero es seguro que una presidencia renovada sabrá combatir la pandemia y enfrentarse a la recesión económica, especialmente a sus efectos en las capas más pobres, con la competencia y la compasión que nunca han tenido Trump y Pence.

El regreso de Estados Unidos a la escena internacional y la plena recuperación del multilateralismo no quedarán garantizados por el mero relevo en la Casa Blanca, sino que requerirán muchos esfuerzos, especialmente por parte de los aliados europeos, pero al menos con Biden y Harris la todavía primera superpotencia recuperará de nuevo su capacidad de interlocución y una imagen presentable ante el mundo.