Un verano sin playa
No concebimos, al parecer, un verano sin playa, barbacoas, ni fiestas en el pueblo. Pero tampoco concebíamos, hace tan solo unos meses, esa primavera enclaustrada que paralizó toda actividad social y detuvo hasta el remar de las barcas del Retiro. Existe una solución simple que está en nuestras manos y que permite cambiar la muerte por la vida. Hay otra solución para poder ver el sol más allá de la ventana y disfrutar de lo que teníamos antaño, aunque sea en pequeñas dosis. Se llama mascarilla y se llama distancia social. Un gesto y dos metros para una nueva normalidad.
Raquel Ruiz Incertis. Valdepeñas (Ciudad Real)
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