Revolución cultural 2.0
El espíritu del tabú es un obstáculo para combatir problemas graves, porque impone una interpretación.Este culto a la pureza moral no permite el error ni admite el perdón
Más de 150 intelectuales —de Atwood a Chomsky, de Fukuyama a Lilla y Steinem— han firmado una carta en la revista Harper’s donde reivindican la importancia del debate abierto, y critican un clima de intolerancia y la “cultura de la cancelación”.
Las reacciones negativas muestran lo difícil que es hablar de las cosas en sí. La redacción de la carta era cuidadosa, mostraba simpatía con la causa de la justicia y la igualdad. Muchas críticas no tienen que ver con el contenido, sino con los firmantes. Una autora se ha echado atrás por la incomodidad que le generaban algunas compañías. Se reprochaba que los firmantes tuvieran poder (o “privilegios”), que tuvieran miedo, que hubieran sufrido algún tipo de represalia o que nunca hubieran padecido la censura (cosa que haría gracia al firmante Salman Rushdie). Cuando uno defiende una causa puede estar junto a gente con quien no coincide en nada más, a veces solo quien tiene una posición asentada puede defender una opción y el miedo puede estar justificado. En algunos de los que han criticado la carta también se percibe el temor, aunque se disfrace: parece que el miedo solo es reprochable si te resistes.
Imperan la falacia por asociación, la incomprensión intencionada, y la sustitución del argumento por la indignación y el agravio: empatía para tu tribu y sarcasmo y ostracismo para los otros. Si son tuyos, hay que creer a la víctima; si piensan de otro modo, respiran por la herida. En la confrontación hay elementos nuevos y otros casi eternos. Tiene un componente generacional: una revolución cultural en Twitter, con consecuencias en la vida real. Mezcla una disputa por el poder con una diferencia de puntos de vista: en vez de entender el liberalismo como un proyecto de coexistencia de visiones distintas, para los partidarios de la cultura de la cancelación la exhibición de la intolerancia es prueba de virtud moral. Como ocurre siempre, las purgas ideológicas no se presentan como tales; siempre se señala otro fallo, que solo es fatal si se une al error ideológico.
Es una visión inflexible e inestable. Algo que no era grave ayer te condena mañana; el destino de muchos perseguidores es ser perseguidos. El espíritu del tabú es un obstáculo para combatir problemas graves, porque impone una interpretación. Este culto a la pureza moral no permite el error ni admite el perdón. Tiene muchos de los defectos de las religiones y ninguna de sus virtudes. @gascondaniel
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.