Nada que hacer
Lo que escribe Kempowski sobre los últimos días de la Alemania Nazi, un 'Gotterdammerung' en la nieve, es helador


El relato bien pudo encabezarse con el célebre y temible verso: “Cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando”. El silencio de la muerte que se nos arrima sin avisar es el asunto que domina las casi 400 páginas de Todo en vano, de Walter Kempowski (Asteroide). Los epígrafes que ha usado el autor también hielan la sangre. Uno es de Lutero: “Toda acción por nuestra parte es en vano, incluso en la mejor de las vidas”. El editor, sabiamente, ha añadido fuera de texto un colofón de Sebald en el que comenta cómo la ceguera voluntaria fue lo propio de la Alemania nazi. No quisieron saber.
Los habitantes de una vieja mansión, en la Prusia Oriental de 1945, van recibiendo refugiados checos, polacos, ucranianos y cientos de alemanes que huyen hacia el oeste amenazados por el Ejército Rojo que va penetrando por la zona báltica. No hay ruido, no hay violencia, no hay tragedia, apenas hay drama, es un avance lento, silencioso, aterrador, pero la gente no puede hacer otra cosa que huir. En esa fuga van muriendo sin molestar, sin grandes gestos, tan callando. La muerte también se mueve entre los que huyen en decenas de miles de carros. Los oficiales y funcionarios de las SS son quienes organizan la huida, pero también son verdugos de los emigrados.
Lo que escribe Kempowski sobre esos últimos días de la Alemania nazi, un Götterdämmerung en la nieve, es helador. No hay gritos, no hay aspavientos, no hay grandes e inolvidables gestos. Todo es gris, mezquino, vulgar como lo somos todos cuando nos atenaza la muerte. Ni un solo personaje es simpático, amable, heroico. Todos se desploman tan callando. Sólo un niño, egoísta, inconsciente, es posible que sobreviva porque los ángeles terribles “se olvidan de destruirlo”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
La Justicia de Estados Unidos sentencia al Guacho, yerno del Mencho, a 11 años de prisión
El Rayo celebra con un festín de goles ante el Drita su pase a octavos de la Conference
Finabien Paisano: las claves del programa dirigido a migrantes que envían remesas
El Valencia Basket, muy incómodo en Israel, cede ante el Maccabi
Lo más visto
- Los hijos de Isak Andic negocian un acuerdo para pagar 27 millones a la pareja del empresario y cerrar el conflicto por el legado
- Irene Escolar: “Si la gente se droga es porque encuentra en ello una anestesia que necesita. Negarlo es absurdo”
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- La asociación mayoritaria de guardias civiles no está de acuerdo con la DGT en sustituir los triángulos por la baliza V16




























































