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Columna
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La renovación del contrato social

Una mirada panorámica a la situación muestra a las claras que esto no va de reformas puntuales ni de matices

Cristina Monge
Colas de personas esperan a las puertas de la Parroquia Santa María Micaela de Madrid para recibir ayuda alimentaria.
Colas de personas esperan a las puertas de la Parroquia Santa María Micaela de Madrid para recibir ayuda alimentaria.Eduardo Parra - Europa Press (Europa Press)

Mientras la Comisión de reconstrucción del Congreso termina su ronda de comparecencias, salen a la luz informes que, desde ópticas distintas, apuntan los principales retos que tiene el país. En su trabajo España y la crisis del coronavirus: Una reflexión estratégica en contexto europeo e internacional, el Real Instituto Elcano señala más de 20 ámbitos de reformas: desde el fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud hasta la transformación del modelo productivo hacia uno “más digital, internacionalizado, verde e inclusivo”, pasando por la mejora de la gobernanza, todos ellos desde la constatación de que cada vez es más difícil separar la política internacional de la doméstica. Oxfam-Intermón, en Una reconstrucción justa es posible y necesaria, tras advertir que la pandemia puede meter en la pobreza a 700.000 personas más e incrementar en 1,7 puntos la desigualdad, apunta medidas para blindar el sector público, con su correspondiente reforma fiscal, al tiempo que propone priorizar la lucha contra la precariedad laboral y apoyar a los migrantes. Son solo dos ejemplos a los que hay que unir las propuestas lanzadas desde la cumbre empresarial organizada por CEOE y otros muchos foros. Una mirada panorámica muestra a las claras que esto no va de reformas puntuales ni de matices.

Como recordaba el profesor Antón Costas en estas mismas páginas, la Gran Depresión de los años treinta y la Segunda Guerra Mundial dieron lugar a un nuevo contrato social progresista que cristalizó en el Estado social. La crisis energética y económica de los setenta engendró otro contrato, esta vez de corte neoliberal, cuyas consecuencias se dejaron notar de forma especial en la gestión de la crisis del 2008, alcanzando en Europa cotas de desigualdad que no se conocían desde la Primera Guerra Mundial. Hoy la pandemia ha evidenciado problemas preexistentes, ha acelerado procesos y tendencias previas, y ha barrido en cuestión de semanas dogmas neoliberales que se consideraban incuestionables. La recuperación en Europa se hará con dinero público haciendo caso a la máxima expresada por la jefa del FMI, Kristalina Georgieva: ¡Gasten cuanto puedan! Todo apunta a que esto no va de reformas, sino de una profunda renovación, y por tanto una nueva negociación del contrato social.

Los elementos que debe incorporar este nuevo contrato, el rol de lo público, de lo privado, de lo social, o la creación de nuevos espacios híbridos de cocreación, está también en la mesa de negociación, como lo está la inaplazable necesidad de incorporar al futuro como un actor esencial, abordando así los retos de la sostenibilidad. Ninguna comisión puede acometer semejante tarea en dos meses, así que convendría ir previendo cómo se va a desarrollar el debate. La pluralidad de actores implicados, la transparencia del proceso y la puesta en marcha de dinámicas de deliberación serán claves para el éxito.

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Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.

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